Las noches en Boldt Castle se volvían cada vez más frías. El invierno se estaba acercando.
Marcus seguía siendo un prisionero en todo menos en nombre.
No podía moverse sin escolta. No podía salir sin permiso. Y eso lo estaba volviendo loco.
Lo veía en su manera de tensar la mandíbula cuando alguien lo seguía hasta el comedor. En la forma en que sus hombros se encogían cada vez que una de las guerreras le marcaba el paso como si fuera un cachorro descarriado.
Y aunque él intentaba quitarle importancia y tomárselo con humor, porque poder estar allí era importante para mí, yo sabía que esto le pesaba.
Por eso, al terminar mi entrenamiento esa tarde, decidí hablar con Selene.
—Necesito un favor —le dije, cruzándome de brazos.
Selene alzó una ceja, con esa mirada suya afilada como una cuchilla.
—¿Qué clase de favor?
—Quiero que Marcus pueda moverse con más libertad.
La líder de la manada inclinó la cabeza, analizándome con curiosidad.
—¿Es por él o por ti?
—Por ambos —respondí con sinceridad.
Selene se cruzó de brazos.
—Sabes que nuestras normas son estrictas al respecto.
—Lo sé —dije—. Pero es un lobo y su naturaleza es la más salvaje que he conocido. No puede estar enjaulado. Noto como su desesperación se vierte en nuestro vínculo y luchar contra ese caos no me ayuda a estar concentrada en mi aprendizaje.
Un silencio tenso se instaló entre nosotras. Selene no era una líder que cediera fácilmente, pero tras unos segundos, exhaló lentamente.
—No voy a quitarle la vigilancia, pero... —dijo finalmente— Podéis salir una noche a la semana. Solo tú y él.
Mi corazón dio un brinco.
—¿Algún requisito que cumplir?
—Que no me hagas arrepentirme —advirtió—. Y volved antes del amanecer. Tus entrenamientos siguen siendo la prioridad.
Asentí antes de retirarme para buscar a Marcus.
Esa noche, cuando se lo dije a Marcus, sus ojos verdes se iluminaron como fuego en la oscuridad.
—Dime que no es una broma, preciosa —dijo, apoyándose contra la puerta de mi habitación.
Sonreí de lado.
—Pareces un niño al que acaban de regalarle su primer juguete.
—Así me siento —respondió con una sonrisa engreída—. Por favor vámonos antes de que Selene cambie de opinión.
Nos deslizamos fuera del castillo en silencio, moviéndonos como sombras entre los árboles.
El frío de la noche mordía la piel, pero no nos importó.
Cogimos una de las lanchas pero esta vez navegamos hacia el este, hasta Alexandria Bay y continuamos luego a pie en dirección a Cranberry Creek Wildlife Management Area.
Cuando estuvimos lo suficientemente lejos, dejé que mi loba tomara el control.
El cambio fue fluido, natural.
Mi piel se erizó, mis músculos se contrajeron, y en cuestión de segundos, ya no estaba de pie sobre dos piernas, sino sobre cuatro.
Mis sentidos se afilaron al instante. El aire olía a nieve, a tierra mojada, a pino.

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Tayen, la leyenda de las Lunas [Editando]
WerewolfCuenta la leyenda que cada mil años nace una luna tan fuerte y salvaje que ningún alfa puede controlarla. Una auténtica líder que amenaza las costumbres patriarcales que han imperado en nuestros clanes generación tras generación. Una luna destinada...