Capítulo 41

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Cuando desperté el avión ya estaba haciendo las maniobras para el aterrizaje.

— ¿Dónde estamos? — pregunté aún algo aturdida.

Las imágenes de la noche anterior llegaron como una lluvia tempestuosa a mi cabeza haciendo que me estremeciera. Instintivamente crucé los brazos sobre mi torso tratando de cubrir mi cuerpo. Me sentía sucia, mancillada. Y no sólo por los restos de sangre seca que aún dejaban ver los símbolos pintados sobre mi piel. Era la forma en la que Malcom me había mirado, ese deseo lascivo y posesivo en sus ojos, como si fuera suya, como si le perteneciera. Era la sangre que había vertido por mi garganta, ese sabor férreo y cálido que aún permanecía en mi paladar. Sentí una oleada de náuseas y tuve que obligarme a respirar despacio para controlarlas.

Marcus me miró con preocupación sin saber muy bien qué decir.

Mi loba se revolvió en mi interior. Gruño y aulló, enfurecida por lo que nos habían hecho. Un torrente de furia descontrolado. No quería compasión y yo tampoco. Estaba harta de sentirme una niña pequeña y frágil. Esa no era yo. No era mi verdadera naturaleza y ya era hora de que el mundo entero lo supiera. Le prometí a mi loba que tendríamos nuestra venganza y eso pareció convencerla lo suficiente para que se calmara.

Erandi fue la que se atrevió a hablar.

— Estamos aterrizando en Old Forge — dijo pausadamente — La manada de mi tío tiene su asentamiento en Eagle Bay y le pedí protección antes de salir de Inglaterra.

— ¿Tú tío?

No recordaba que los Hawk tuvieran familia fuera de nuestra manada, al menos no una con la que mantuvieran una relación cercana. En todos mis años con los pinreu nunca los había visto por Elkmont.

Erandi debió notar mi desconcierto pues trató de aclararlo.

— La hermana menor de mi padre desoyó las estrictas normas de la familia y se casó en una mandada que quedó fuera de la unificación. Mi familia prohibió el contacto con ellos, pero yo nunca dejé de escribirme con mi tía hasta... — la voz de Erandi se convirtió en un pequeño susurro — hasta que falleció hace unos meses. Pero sé qué mi tío nos ayudará.

Marcus dejó escapar un bufido.

— No estamos teniendo muy buena suerte con los familiares que quieren "ayudar" — protestó cruzándose de brazos.

Miré a uno y a otro. Estaba claro que ahora mismo necesitábamos ayuda. Malcom ya nos estaría buscando y todas las manadas que gobernaba estarían con él tras nuestra pista. No es que tuviéramos muchas opciones ahora mismo.

— ¿Cuál es su clan?

— La manada de los Bosques Profundos — respondió Erandi.

Fruncí el ceño tratando de hacer memoria.

— He oído hablar de ellos. Eran conocidos por su conocimiento en magia antigua y rituales, pero tras las grandes guerras sus miembros se redujeron drásticamente, dejaron de responder ante el nuevo poder y se les perdió el rastro.

— ¿Quieres decir que no aceptaron al papaito de Connor como líder supremo? Ya me caen algo mejor — intervino Marcus.

Escuchar el nombre de Connor hizo que un nudo demasiado pesado se asentara en mi garganta. Tuve que obligarme a tragar para hacerlo desaparecer.

— ¿Sabe tu tío algo de nosotros? — pregunté mirando a Erandi.

La joven negó.

— No me atreví — respondió — Pero ya le pedí que acogiera temporalmente a John y con lo que ha ocurrido en Howard... no creo que las noticias tarden en llegar a este lado del océano.

Tayen, la leyenda de las Lunas [Editando]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora