Hacía varias semanas que las hojas doradas del otoño habían dado paso a un paisaje cubierto por el hielo del invierno. Cada mañana, al salir al entrenamiento, sentía el aire gélido quemando mis pulmones, pero no me importaba. Mi cuerpo estaba más fuerte, más ágil, más resistente.
Las guerreras de Selene no me lo ponían fácil.
Y eso era exactamente lo que necesitaba.
Pero por las noches, cuando me quedaba a solas en mi habitación, las preguntas seguían devorándome.
¿Qué significaba ser una Luna Alfa?
¿Por qué mi linaje era tan peligroso para los hombres como Malcom Howard?
¿Por qué me habían estado cazando durante siglos?Sabía que algunas de esas respuestas estaban aquí, en este castillo. Y estaba lista para encontrarlas.
Esa noche, después de la cena, Selene me llamó a su estudio.
Era una habitación amplia y sencilla, con una chimenea que ardía en una esquina y una mesa de madera repleta de mapas y documentos.
Me indicó que tomara asiento frente a ella.
— Peleaste bien hoy — dijo sin rodeos.
— Gracias.
Me sirvió una copa de vino caliente.
— Pero aún tienes mucho que aprender.
— Lo sé.
Selene bebió un sorbo y me observó.
— Mañana ven a verme antes del entrenamiento. Hay alguien a quien quiero que conozcas.
Asentí.
Selene me llevó a un ala del castillo en el que no había estado antes.
Bajamos hasta un semisótano, con estantes de madera oscura que se extendían hasta el techo, cargados de libros cuyas portadas estaban gastadas por los años. Olor a papel viejo y a tinta desvaneciéndose. A humedad.
En el centro de la sala, junto a una gran chimenea encendida, me esperaba una anciana de rostro arrugado y ojos llenos de historia. Su cabello era completamente blanco, recogido en un moño, y sus manos, surcadas de venas y cicatrices, hablaban de una vida dura.
La mujer se giró al oirnos llegar, levantó las manos y comenzó a hablar en lenguaje de signos.
—Se llama Naira —dijo Selene, colocándose a su lado para traducir sus gestos—. Le cortaron la lengua cuando era joven, porque su hermana era una Luna Alfa.
Era la primera vez que tenía contacto con alguien que hubiera conocido en primera persona a una Luna Alfa. Y la habían mutilado por ello.
Tragué saliva, sintiendo un escalofrío recorrer mi espalda.
Los Howard lo habían hecho.
Malcom, su linaje, para conseguir su maldita sangre de hierro. Mi sangre.
Naira me miró con intensidad antes de empezar a moverse con elegancia, formando palabras con sus manos mientras Selene traducía.
—Hace más de un siglo, los Hijos de la Sangre de Hierro nacieron de una unión prohibida: un Howard y una Luna Alfa. Pero el poder de la Luna Alfa no podía ser controlado ni contenido. Así que los Howard lo traicionaron.
Las palabras se clavaron en mi piel como cuchillos helados.
Selene continuó traduciendo mientras Naira hablaba con sus manos.
—Forzaron un ritual prohibido. Lo llamaban la transferencia, un rito de sangre y plata en el que sacrificaban a la Luna Alfa para consumir su esencia. Creían que al hacerlo, su linaje mantendría el poder de la Luna.

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Tayen, la leyenda de las Lunas [Editando]
WerewolfCuenta la leyenda que cada mil años nace una luna tan fuerte y salvaje que ningún alfa puede controlarla. Una auténtica líder que amenaza las costumbres patriarcales que han imperado en nuestros clanes generación tras generación. Una luna destinada...