Capítulo 22

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La noche se cernía sobre la casa en un silencio pesado, roto solo por el lejano murmullo de los grillos y el susurro del viento contra las ventanas. Mi madre y mi abuela ya se habían retirado a la habitación de invitados, y John se había quedado en el sótano, dejando salir el mal humor que sabía que tenía acumulado por toda esta situación aunque no fuera a admitirlo.

Yo me había acostado hacía más de dos horas, pero el sueño no llegaba. Demasiados pensamientos, demasiadas preguntas sin respuesta. ¿Por qué me transformé ahora? ¿Por qué dos vínculos? ¿Por qué Marcus y Connor?

El sonido de la puerta al abrirse me sobresaltó. Me incorporé de golpe, para encontrarme con su silueta familiar en la penumbra.

— ¿Ya te has cansado de entrenar? — murmuré, con la voz ronca por el cansancio.

John sonrió levemente mientras se colaba dentro de mi cuarto y volvía a cerrar la puerta tratando de que no hiciera ruido.

— ¿No tendrías que estar ya dormida? — se burló.

Me froté los ojos dejando escapar un bostezo.

— Debería — suspiré.

— ¿Me haces un hueco?

Me moví hacia un lado de la cama, levantando la manta en señal de invitación. John no lo dudó ni un segundo, se dejó caer a mi lado con un gruñido de satisfacción y se acomodó con un brazo bajo la cabeza.

— Me alegro de que por fin tengas una cama en condiciones — susurró — Ven aquí anda.

Pasó su brazo alrededor de mi cintura y me atrajo hacia su cuerpo. La calidez que emanaba de él y la firmeza con la que me sostuvo me hicieron sonreir. Me acurruqué contra su pecho, dejando que su respiración pausada y el ritmo de sus caricias en mi cabello me arrullaran.

— Descansa bichito. Saldremos de esta. — su voz fue un murmullo bajo, lleno de convicción

Me mordí el labio, tratando de aferrarme a esas palabras. Quería creerle.

Mis párpados comenzaron a pesar y el mundo se desvaneció lentamente.

De repente, un gruñido profundo y amenazante resonó en mi mente, haciéndome dar un respingo.

"¿Dónde estás?"

Marcus. Su voz era grave, afilada. Sus ojos verdes brillaban con furia desde la penumbra y el aire estaba impregnado de una energía densa y electrizante.

Mi corazón se aceleró.

"Déjame en paz, Marcus"

Su gruñido se intensificó. Lo sentía agitado, descontrolado.

"Íbamos a hablar hoy. ¿No fue eso lo que dijiste?" un nuevo gruñido inundó mi mente haciendo que un escalofrío recorriera todo mi cuerpo "Puedo sentirte con otro macho" dejó escapar una carcajada un tanto violenta "Sé que te dije que no me importaba un poco de competencia preciosa, pero no es esta la clase de bienvenida que esperaba de mi luna. ¿Se puede saber cuándo voy a poder tenerte para mí?"

Sus palabras eran puro veneno, impregnadas de una rabia territorial y primitiva. Mierda.

"No eres mi dueño" espeté, tratando de no dejarme amedrentar.

"¡Maldita sea! Esto no es un juego ¿dónde estás? Quiero. Verte. Ahora."

Podía notarlo hurgando en mi mente, tratando de encontrar lo que yo no le quería decir. Intenté mantenerme firme.

"No puedes reaccionar como un maldito salvaje y aparecer en mi vida dando órdenes cada vez que te apetezca. Necesitamos empezar a ponerle unos límites a esto"

Tayen, la leyenda de las Lunas [Editando]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora