Cuarenta y nueve

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La oscuridad de la noche se hacía más intensa a medida que las nubes cubrían la luz de la luna menguante, Jihoon y Samuel seguían de cerca a tres de un clan de cinco vampiros, quienes se habían aliado a los Chae un año antes del encuentro que Yunho tuvo con Jihoon. Anteriormente se trataban de veinte integrantes, un número grande de miembros para un clan poco relevante -como habían sido llamados alguna vez-, pero poco a poco fueron perdiendo sus integrantes, hasta que hacía seis meses Jihoon se deshizo de la mitad de ellos, dejando únicamente a cinco miembros, los únicos útiles y poderosos, según pensaba arrogantemente Yunho.

Mientras caminaban por el bosque, Changmin comenzó a explicarles el proceso, y que no por querer aliarse a los Chae, iba a ser fácil y rápido, primero debían pasar algunas pruebas, probar su lealtad y su fuerza, pues si demostraban una importante grandeza, serían bienvenidos, e incluso de ello dependía el puesto en el que serían colocados. Para Yunho, Jihoon no necesitaba probar nada, frente a sus ojos había demostrado ser un poderoso vampiro que nadie podría derrotar, pero claro, él no era el líder del clan Chae, ni era parte de los seis principales miembros, así que su opinión era irrelevante.

—A los Chae no los verán pronto— explicaba Changmin —deben pasar primero por nosotros y luego por otro par de clanes que los juzgarán; si logran convencer a todos de que son dignos de aliarse, entonces tendrán una reunión con los Chae y ellos decidirán si se unen o no, en qué rango quedarán si les agradan, y si les serán útiles para otras cosas.

—Vaya basura— murmuró Jihoon, quien tenía una mejor forma de acercarse a ellos y atacarlos de una vez, pero ya había sido imprudente tantas veces, que debía mantenerse al margen para no serlo una vez más.

Yunho lo miró con una sonrisa —tal vez ustedes no necesiten pasar tanta burocracia. He tenido la oportunidad de hablar con ellos sobre lo que hiciste hace unos meses y dijeron que era muy impresionante, y que esperaban verte en acción algún día.

«Créeme que lo verán» pensó para sí mismo con una sonrisa irónica que Yunho apreció y que a Samuel no le agradaba.

—Y si crees que no pasaremos por tanta burocracia, ¿a dónde nos llevan?— preguntó Samuel.

—Tal vez no lo necesiten, pero es necesario hacer un registro, y es lo que haremos— respondió Changmin.

—¿Un registro?—  preguntó Jihoon un poco inquieto.

—Deberán dejar sus huellas y sangre, y se hace un encantamiento con ellas para tener control...— reveló Yunho, pero fue interrumpido.

—Cierra la boca— dijo con dureza Yoochun.

Yunho solo lo miró, y se encogió de hombros antes de seguir diciendo algo más.

Jihoon detuvo su caminar, y Samuel hizo lo mismo al instante después —¿tener control sobre nosotros?— preguntó el menor sintiéndose inseguro de hacer tal registro.

—No es como tal un control...— comentó Yunho, pero nuevamente lo callaban.

Yoochun lo tomó del cuello y lo arrastró velozmente lejos de ellos para hablarle en privado, pero Jihoon no dudó en usar su don para enterarse de lo que hablaban.

—No porque te guste el chico le revelarás todo a primeras— regañó el menor.

—¡Eh tranquilo! Igual todos se imaginan para qué tomamos sus huellas y sangre— alegó calmadamente, sabiendo el fuerte temperamento que podría llegar a tener su amigo.

—Tú lo has dicho: se imaginan, mas no lo saben, y no tienen porqué saberlo. Así que mantén tu boca cerrada, o voy a cerrártela— amenazó.

—Tendrás que cerrármela, porque ese bonito rostro me hace decirle todo— dijo con una arrogante y coqueta sonrisa, mirando a Jihoon en la lejanía, quien tenía puesto los ojos en ellos.

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