Ocho

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La incertidumbre invadía a dos parejas que deseaban y anhelaban con todo el corazón un hijo, y por primera vez había una pequeña esperanza de que funcionara, de que finalmente sus deseos fuesen cumplidos. Jeonghan y Joshua no lo pensaron demasiado para dirigirse a la habitación y encerrarse unas largas horas en el intento de traer a un hijo a la vida; el rubio miró a su pareja con un poco de nerviosismo, y tragó la semilla que Jihoon le había entregado minutos antes, la cual pasó por su esófago y estremeció su cuerpo de una forma inesperada, simplemente porque tenía la idea de que esa semilla los ayudaría a conseguir su objetivo, y no porque ya estuviese actuando o porque eso fuese parte del efecto.

Se sonrieron ligeramente y Joshua se acercó al mayor, lo tomó de las mejillas y unió sus labios con suavidad; esta vez deseaba hacerle el amor a su novio con ternura y amor, y no con esa brusquedad y rudeza que tanto les excitaba, pues esta ocasión era especial. Se separaron ligeramente, combinando sus alientos, se miraron y se sonrieron con complicidad antes de comenzar a desnudarse mientras se enrollaban entre nuevos besos y manoseos que los estimulaba y los excitaba, aunque eso hacía que fuesen un poco torpes. Al quedar completamente desnudos, Joshua guió a Jeonghan hacia la cama tomándolo de la mano, caminaron y subieron a ella con calma; el rubio se recostó en medio, mientras que el menor de los vampiros se posicionó sobre de él en esa típica posición del misionero que les parecía aburrida y monótona si no era intensa y ruda, pero esta ocasión, era especial, así que la posición se volvió especial.

Joshua se inclinó sobre su pareja, unió sus labios y comenzaron a besarse, tocándolo con delicadeza, y comenzando esa estimulación que los excitaría más. Sus bocas se movían cada vez con más intensidad, pero sin perder ese toque dulce, ni convertirlo en algo salvaje; las manos de Jeonghan se deslizaban por la espalda del menor, acariciándolo con apreciación y con ese gran amor que sentía por él y que cada vez era más intenso con los años. Sus cuerpos se frotaban, despertando sus miembros, los cuales pedían una fricción más profunda con el pasar de los minutos; de sus bocas salían ligeros gemidos y jadeos que no ocultaban el disfrute que estaban teniendo; y sus dedos comenzaron a inquietarse, sobre todo los de Joshua, quien estaba encargándose de dilatar el ano del mayor para poder penetrarlo eventualmente.

Así se tomaron el tiempo de amarse por unos largos minutos que se sintieron como horas antes de llegar a la penetración, se separaron ligeramente y Jeonghan confesó —estoy muy nervioso. Tantos años juntos, y jamás me había sentido nervioso de hacer el amor contigo.

Joshua sonrió y asintió —me siento igual, tengo miedo de que falle, pero también tengo la esperanza de que funcione. Sólo confiemos en Jihoon, esto funcionará.

—Esperemos que sí— sonrió y unió nuevamente sus labios, sólo que en un corto beso, pues Joshua terminó separándose para poder introducir su pene en su interior.

El pelinegro se masturbó un poco, y luego alineó su miembro en la dilatada entrada, se introdujo suave y lentamente, haciendo gemir a Jeonghan como en cada ocasión: escandalosamente.

—Aahg ah Josh... mgh— gimió fuerte a medida que el pene se profundizaba en su interior, disfrutando de la placentera sensación que siempre recibía de su pareja.

El menor de los vampiros continuó hundiéndose lentamente hasta llegar al fondo, mirando a su pareja con ese ceño fruncido y esa excitada expresión que tanto le encantaba; respiraron profundo y hondo, con un placentero cosquilleo recorriendo sus cuerpos, incitándolos a comenzar con ese vaivén tan delicioso que los volvería locos. Sin embargo decidieron no apresurar el momento, así que nuevamente unieron sus labios en un nuevo largo y profundo beso lleno de amor, como si fuese la última vez que se besarían y que se amarían, adorando cada instante y cada segundo.

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