Trece

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Wonwoo se sentía miserable con el poder y don que poseía, ¿de qué le servía saber la localización de todo su alrededor y de sus enemigos, si no podía evadirlos? Con la pierna destrozada y la falta de alimento, iba a ser cuestión de tiempo para que muriera a manos de los licántropos, quienes corrieron detrás de él en cuanto lo vieron. Su pierna sangraba y dejaba un rastro que los hombres lobo seguían, hasta su propia pierna estaba traicionándolo de aquella manera. Se encontraba débil y no sabía pelear con precisión, Heejoon jamás le había enseñado y era lo suficientemente tonto como para darse cuenta de los movimientos de sus oponentes y al menos tratar de copiarlos para usar sus técnicas en sus contras. Cayó cuando al mirar hacia atrás, una rama de un árbol lo golpeó, se sentía perdido y sentía que iba a morir pronto; cerró los ojos esperando que los lobos lo mordieran y lo desmembraran lentamente, lo cual ocurrió demasiado pronto.

Los gruñidos resonaban en su oído de una forma estruendosa, un sonido que al día de hoy seguía aterrándolo cuando peleaba con aquellas criaturas, su cuerpo dolía como el mismo infierno, pronto iba a dejar de sentir su brazo y su otra pierna, pero de un momento a otro, los lobos que estaban atacándolo salieron volando por un rayo rojo oscuro que impactó contra sus cuerpos, al menos podía decir que su compañero era leal, y no abandonaba a los suyos, o eso creía. En poco tiempo Heejoon se deshizo de cada hombre lobo, y luego se acercó a Wonwoo para ver si aún estaba vivo.

—Oh que mal— murmuró al ver el estado de su amigo.

Wonwoo estaba tosiendo sangre y no podía mover su cuerpo había sido lastimado y ahora sus extremidades pendían de un hilo.

Heejoon miró su alrededor, Wonwoo había logrado salir de los terrenos de los hombres lobo, así que dudaba que alguno se aproximara a ellos, pues siendo apenas una luna creciente, su fuerza no era tanta para enfrentarse a un par de vampiros, sobre todo con aquel que poseía de poder un rayo letal que los mataba al instante. Miró nuevamente a su compañero y dijo —supongo que hasta aquí llega nuestro viaje, las probabilidades de que sobrevivas son muy bajas, y serás un estorbo si te llevo ahora conmigo. Me agradaste mucho Wonwoo, si sobrevives, búscame de nuevo— mencionó y lo dejó tirado en el suelo para que pereciera.

El pelinegro lo observó marcharse, siempre creyó que algún día lo abandonaría, lo daría como carnada o lo intercambiaría por alguna otra cosa más valiosa para Heejoon, así que no le sorprendía que lo abandonara, pero eso no hacía que no le doliera. Cerró los ojos y se rindió a la muerte, estaba listo para marcharse, sin embargo, cuando abrió los ojos creyendo que la muerte había venido a buscarlo, vio una sombra de una persona tomándolo y llevándolo consigo a una pequeña cueva en el bosque.

Pasaron algunos días antes de que Wonwoo despertara, se sentía renovado y fresco, pero cada recuerdo de aquella noche se reproducía en su mente una y otra vez, haciendo que la imagen de los lobos jamás saliera de su cabeza y los viera finalmente como los enemigos que eran, pues habían confiado en Jaewon cuando les prometió la información, pero este simplemente se negó a reconocer la relación que tenían, y los traicionó, provocándole un dolor y un temor que hacía mucho tiempo no había sentido. Salió de la cueva intentando reconocer el lugar donde estaba y sólo se encontró con un vampiro sentado en la entrada de la cueva, bajo la sombra de un árbol.

—Al fin despertaste.

—¿Quién eres?— preguntó con inseguridad, retrocediendo un paso cuando este se levantó del suelo.

—Me llamo Kang Sunghoon, fui yo quien curó tus heridas, ese es mi poder.

Wonwoo revisó sus brazos, no habían cicatrices, y tenía la movilidad de siempre —¿por qué?— cuestionó con una gran duda.

—Porque mi líder tiene un corazón de pollo y cuando te vio tirado en el suelo, no pudo evitar rescatarte— dijo con una ligera sonrisa —¡oh! Hablando del rey de roma.

Hidden 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora