📚Capítulo 6📚

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La mañana comenzó con una mezcla de nerviosismo y resignación. A pesar de las vueltas que le di en mi mente, sabía que tenía que presentarme a la clase de Fyodor. Había hecho una especie de promesa y, por más tonto que sonara, no quería romperla tan rápido. Me desperté antes de que sonara el despertador, algo inusual en mí, pero supongo que el hecho de que iba a tener que enfrentarme a Fyodor de nuevo había logrado lo imposible: despertarme antes de tiempo.

Llegué al aula un poco antes de que empezara la lección. Fyodor ya estaba allí, ordenando algunos papeles en su escritorio. Apenas me lancé una mirada fugaz cuando entré, pero lo suficiente como para que notara un brillo de reconocimiento en sus ojos. Me senté en mi lugar habitual, al fondo del salón, intentando parecer tranquilo, aunque por dentro me costaba mantener la compostura.

Durante la clase, hice un esfuerzo consciente por participar más de lo habitual. Comenté un par de ideas y respondí algunas preguntas, tratando de ignorar el hecho de que Fyodor observaba mis intervenciones con una especie de discreto interés. Cada vez que mi mirada se encontraba con la suya, sentía un leve escalofrío, una punzada en el estómago que no sabía si interpretar como miedo, nervios o algo más. Quizás era una mezcla de todo.

Cuando la clase terminó, Fyodor recogió sus cosas sin dirigir más que un breve asentimiento en mi dirección. Era un gesto tan insignificante que casi podía haberlo ignorado, pero para mí significó algo. No sé si era aprobación o simple reconocimiento de que había cumplido mi promesa, pero supuso un mínimo alivio.

Esa tarde, revisé mis cuentas bancarias. Sabía que la situación no era buena, pero al ver los números rojos en la pantalla, sentí que un peso caía directamente sobre mi pecho. El alquiler estaba atrasado, y con mis ingresos actuales no llegaba a cubrirlo ni de lejos. Me pasé un buen rato mirando la pantalla, dándole vueltas a posibles soluciones, todas tan inviables como la anterior.

Finalmente, decidí que no podía permitirme darle demasiadas vueltas en ese momento. Me tragué la frustración y la empujé a un rincón de mi mente, pero el problema seguía allí, acechando.

La mañana del martes llegó con una pesadez diferente. El estrés por el dinero y la sensación de incertidumbre habían empezado a afectar mi ánimo. Me obligué a ir a clase, ya que lo último que necesitaba era acumular más problemas con Fyodor. Sin embargo, la preocupación estaba presente en cada rincón de mi mente, interfiriendo con mi capacidad de concentrarme.

En clase, Fyodor no pareció notar que estaba más callado de lo normal, o si lo hizo, no hizo ningún comentario al respecto. Al final de la lección, me quedé un momento más, fingiendo revisar mis apuntes mientras la mayoría de los estudiantes salían del aula. Para mi sorpresa, cuando levanté la mirada, encontré una pequeña nota en mi escritorio. Era de Fyodor.

"Buen progreso en las discusiones de ayer. Podrías mejorar el enfoque de tu trabajo sobre la teoría de los arquetipos. Si necesitas orientación, no dudes en pedirla."

Era un gesto pequeño, casi impersonal, pero para alguien como él, que rara vez mostraba interés en los problemas personales de sus estudiantes, significaba mucho. Me dejó una sensación de agradecimiento que rápidamente se mezcló con una frustración amarga. Claro, él quería que mejorara académicamente, pero no entendía nada de lo que estaba pasando fuera de esas cuatro paredes. Ni siquiera podía imaginar el caos que me rodeaba.

Esa tarde, cuando volví a casa, la situación financiera seguía acechándome. Rebusqué entre las viejas notas y recibos, tratando de encontrar algún resquicio de esperanza, pero todo seguía igual. En ese momento recordé a un amigo que me había hablado de un tipo de trabajo que solía evitar: las peleas clandestinas. No era algo en lo que quería meterme, pero no podía seguir ignorando el problema.

📚░B░a░j░o░ ░l░a░ ░s░o░m░b░r░a░ ░d░e░ ░l░a░ ░r░a░z░ó░n░📚Donde viven las historias. Descúbrelo ahora