📚Capítulo 26📚

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La semana de exámenes se cernía sobre mí como una tormenta inminente, sus nubes pesadas llenas de ansiedad y presión. Era mi último año en el conservatorio, y cada nota que sacaba, cada acorde que tocaba, era un paso más hacia mi futuro, una espera inquietante en la que mis sueños y temores se entrelazaban. En lugar de disfrutar de la anticipación de las vacaciones, me encontraba atrapado en una espiral de estudio, ensayos interminables y la presión de los resultados.

La carga de estudiar psicología de tercer año era especialmente pesada en esta época. Las teorías, los estudios de caso y los conceptos complejos se amontonaban en mi mente, dejando poco espacio para la tranquilidad. La noche anterior a un examen importante, me senté en el suelo, la espalda apoyada contra la cama y un libro de desarrollo humano en las manos. Las páginas se deslizaban por mis dedos, pero mis pensamientos se perdían en un océano de dudas.

A la mañana siguiente, decidí que un cambio de escenario podría ayudarme. Con el corazón aún acelerado por las últimas horas de estudio, me dirigí a casa de Fyodor. La idea de estar cerca de él siempre me tranquilizaba, y, además, podía aprovechar para repasar juntos. La casa de Fyodor tenía esa calidez que siempre anhelaba; los sonidos de libros pasados y el aroma de café recién hecho se entrelazaban en un abrazo familiar.

Cuando llegué, lo encontré en su estudio, rodeado de libros y documentos. Me sonrió al verme, y aunque había una sombra de cansancio en su rostro, también había amor. Era mi refugio, un faro en medio de la tempestad.

—Nikolai, ¿estás preparado para los exámenes? —me preguntó mientras me acercaba, sus ojos profundos escrutando los míos.

—Más o menos. —le respondí con una sonrisa. —He estado estudiando, pero no puedo dejar de pensar en lo que pasará si no obtengo buenos resultados.

—Es normal sentirse así. —me dijo, colocando una mano en mi hombro—. Pero recuerda que no todo se trata de notas. Lo importante es el esfuerzo que pones.

Decidí que, en lugar de preocuparme, era mejor utilizar el tiempo que pasaría con él para estudiar. Me acomodé en el sofá, mientras Fyodor se sentaba a mi lado, compartiendo sus notas sobre psicología del desarrollo. La forma en que hablaba, apasionado y concentrado, siempre me hacía sentir más motivado.

Tras un tiempo de estudio, una idea traviesa se me ocurrió. No pude evitar sonreír, un chispazo de humor surgiendo de la presión.

—Oye, Fyodor, si te hiciera una mamada, ¿me pondrías un diez en el examen? —dije en tono burlón, esperando provocar su reacción.

Su mirada fue instantánea y fulminante. Se detuvo, sus ojos se abrieron ligeramente, y una mezcla de sorpresa y desaprobación se dibujó en su rostro.

—Nikolai, eso no es apropiado. —me reprendió, aunque su voz no pudo evitar un ligero tono divertido.

—Vamos, solo es una broma. —respondí, intentando contener la risa. —Si tan solo me pusieras un diez, podríamos olvidarnos de esto y disfrutar de las vacaciones.

—No puedo creer que uses eso como argumento. —dijo, sacudiendo la cabeza, aunque una pequeña sonrisa asomaba en sus labios—. Estás desesperado si piensas que eso funcionaría.

La conversación se tornó en un juego de palabras, y entre risas y bromas, el ambiente se tornó más ligero. La tensión acumulada durante días comenzó a disiparse, y pude sentir que la ansiedad de los exámenes se convertía en un eco distante. Pero como todo lo bueno, llegó a su fin. El reloj avanzaba y tenía que volver a mis libros.

Estuvimos estudiando durante horas, y la tarde se desvaneció en una danza de notas y acordes. La psicología se convirtió en el telón de fondo de nuestra relación, una unión entre el amor y la pasión por lo que hacíamos. Era un equilibrio perfecto.

📚░B░a░j░o░ ░l░a░ ░s░o░m░b░r░a░ ░d░e░ ░l░a░ ░r░a░z░ó░n░📚Donde viven las historias. Descúbrelo ahora