📚Capítulo 35📚

13 2 0
                                        

El sol brillaba intensamente sobre la universidad mientras caminaba por los pasillos abarrotados, rebosando de emoción. Había terminado el tercer año de la carrera de Psicología, y el ambiente de celebración se sentía en cada rincón del edificio. Las risas y las conversaciones llenaban el aire, envolviendo los espacios con una energía vibrante. Mi corazón latía acelerado, una mezcla de euforia y alivio. Pasar el tercer año no era cualquier cosa; significaba que estábamos cada vez más cerca del final, de alcanzar esos sueños que habíamos perseguido con tanto empeño.

Con una sonrisa que apenas podía controlar, avanzaba por los pasillos, saludando a conocidos y extraños por igual, respondiendo a las felicitaciones con mi típico humor y gestos dramáticos. Me detenía de vez en cuando para abrazar a algún amigo o para bromear con otros compañeros de clase. Todo el estrés de las pruebas y los proyectos parecía desvanecerse en ese momento, reemplazado por una sensación de libertad y posibilidad.

Mi destino era el despacho de Fyodor. Habíamos hablado de celebrar, de hacer de este día algo especial. Pensar en él me hizo sentir una punzada de anticipación, algo que siempre sucedía cuando sabía que íbamos a pasar tiempo juntos. La vida, con sus giros impredecibles, había hecho que nuestras realidades se entrelazaran de maneras que jamás imaginé al comenzar la carrera.

De repente, sentí una mano en mi hombro y, al girarme, vi a Tetchou, vestido con la toga y el birrete de graduado. Su sonrisa era amplia y genuina, y antes de que pudiera decir nada, me envolvió en un fuerte abrazo.

—¡Tío, soy libre! —exclamó, su voz cargada de alegría y emoción—. ¡Por fin me voy de aquí!

Me reí, dándole unas palmadas en la espalda mientras correspondía su entusiasmo.

—¡Felicidades, Tetchou! —dije, notando la chispa de alegría en sus ojos—. Te lo has ganado, amigo.

Se separó un poco, aún con las manos en mis hombros, y me miró con una expresión que era mitad orgullo y mitad travesura.

—Oye, hoy hay fiesta en mi casa, una de esas que nadie olvida. Estás invitado, por supuesto. Y si quieres, trae también a tu chico.

Parpadeé un par de veces, procesando sus palabras. La mención de "mi chico" hizo que mi mente saltara directamente a Fyodor. Intenté mantener una expresión neutral, aunque la sorpresa inicial seguramente se notaba.

—¿Qué chico? —pregunté, arqueando una ceja con una sonrisa pícara.

Tetchou rodó los ojos, soltando una risa corta.

—Vamos, Nikolai, todos en la universidad ya saben que sales con Fyodor. No es precisamente un secreto.

Mi risa fue algo más nerviosa esta vez, pero la cubrí rápidamente con un gesto despreocupado.

—Ah, claro. Veré qué se puede hacer —respondí, tratando de sonar casual.

Antes de que pudiera decir algo más, me guiñó un ojo y se despidió con un último apretón de manos. Lo observé alejarse, fusionándose con la multitud de estudiantes, todos moviéndose con la misma emoción palpable. La conversación había sido un recordatorio de cómo las noticias, y los rumores, volaban en la universidad. La relación con Fyodor, algo que intentábamos mantener discreto, evidentemente ya no lo era tanto.

Con una mezcla de emociones que se agitaban en mi interior, retomé mi camino hacia el despacho de Fyodor. Pero antes de entrar, respiré hondo, dejando que la algarabía del pasillo se disolviera y preparándome para lo que esperaba que fuera una tarde perfecta de celebración.

Cuando llegué a la puerta, algo me hizo detenerme. El sonido de una voz, no la de Fyodor, y una risa baja que me erizó la piel. Me acerqué un poco más, sin hacer ruido, y miré por la rendija de la puerta entreabierta. Allí estaba Karma, uno de los estudiantes que me habia tocado los cojones este año como nadie.

📚░B░a░j░o░ ░l░a░ ░s░o░m░b░r░a░ ░d░e░ ░l░a░ ░r░a░z░ó░n░📚Donde viven las historias. Descúbrelo ahora