📚Capítulo 29📚

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Había pasado una semana desde la última vez que tuve un momento libre de verdad. Mis estudios y la vorágine de las responsabilidades me mantenían ocupado, así que hoy, con un par de horas libres, decidí hacer lo que más me calmaba: ver a Fyodor. Me dirigí a su aula, deseando verlo en su faceta de profesor, ese lado suyo que siempre me había fascinado y en el que encontraba un cierto consuelo.

Los pasillos del edificio de psicología estaban llenos de estudiantes, risas y conversaciones que resonaban en las paredes. 

Caminé a paso firme, esquivando a algunos compañeros que pasaban con prisa. Cuando llegué a la puerta de la clase de Fyodor, algo en mi pecho se apretó al ver la escena que se desarrollaba adentro.

A través del vidrio, vi a Fyodor riéndose junto a Karma, uno de los asistentes de investigación más cercanos a él. No era una simple sonrisa educada, sino una risa baja y genuina. Karma, con su expresión tranquila y sus gestos seguros, se inclinaba un poco hacia Fyodor, y entre los dos se formaba un espacio que parecía un universo propio, uno en el que yo no existía. Sentí cómo la incomodidad y una punzada de celos comenzaban a hervir dentro de mí.

Abrí la puerta con una calma calculada y entré al aula. Fyodor levantó la vista, su sonrisa titubeó por un momento antes de desvanecerse en una expresión más neutral. Karma notó mi presencia y, con una sonrisa relajada, le dio una última mirada a Fyodor antes de despedirse.

—Nos vemos luego, Fyodor —dijo Karma, y al pasar junto a mí, nuestros hombros se rozaron. Me dedicó una sonrisa fugaz que no pude evitar interpretar como un desafío.

Me quedé mirando a Fyodor, quien ya se había puesto de pie, recogiendo unas hojas de su escritorio. Había una tensión en el aire que ambos sentíamos, y antes de que pudiera hablar, fue él quien rompió el silencio.

—Nikolai, no esperaba verte ahora. ¿Tienes tiempo libre? —preguntó con un tono que intentaba sonar casual, pero sus ojos me examinaban de una manera que conocía bien.

No pude contenerme más. La mezcla de celos e incomodidad me llevó a soltar lo que pensaba.

—¿Desde cuándo Karma se convirtió en tu compañero de risas? —pregunté, con un tono más ácido del que pretendía.

Fyodor alzó una ceja, apenas sorprendido, y dejó las hojas en el escritorio. 

Se acercó unos pasos, pero mantenía la distancia suficiente para no parecer confortativo.

—No empieces, Nikolai. Estábamos hablando de un artículo y de algo gracioso que pasó durante la investigación. No es lo que piensas.

Las palabras eran lógicas, sensatas, pero no bastaban para calmar el torbellino en mi interior.

—Claro, solo un artículo. Porque reírse así y mirarse como si fueran los únicos en el mundo es parte de una discusión académica, ¿no? —Mi tono era sarcástico, y Fyodor suspiró, visiblemente irritado.

—No tengo tiempo para tus celos infundados, Nikolai. Siempre es lo mismo —dijo, su voz perdiendo la calma habitual.

El nudo en mi pecho se hizo más grande, y antes de que pudiera detenerme, respondí.

—¿Un artículo, Fyodor? —repetí, con un sarcasmo que no pude evitar—. Me resulta curioso que te rías así con un alumno. Pensaba que esas risas estaban reservadas.

Sus ojos oscuros me estudiaron con la misma calma que usaba cuando observaba a sus estudiantes durante los exámenes, como si evaluara cada palabra, cada movimiento, cada sombra en mi expresión. Inspiró profundamente antes de responder, y ese gesto solo sirvió para encender mi frustración.

📚░B░a░j░o░ ░l░a░ ░s░o░m░b░r░a░ ░d░e░ ░l░a░ ░r░a░z░ó░n░📚Donde viven las historias. Descúbrelo ahora