📚Capítulo 55📚

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El verano que pasé en Japón con Fyodor fue sin duda uno de los más memorables de mi vida, y no solo porque me permitió redescubrirme a mí mismo junto a él, sino porque también fue una experiencia que compartimos con nuestros amigos. Aquellos días fueron una mezcla de risas, momentos profundos, y algunas peleas que, aunque intensas, solo lograron acercarnos más.

Desde el primer día, sabíamos que tendríamos que aprovechar al máximo. Nos habíamos decidido a viajar por Japón, a descubrir cada rincón que pudiéramos, aunque mi mayor deseo era simplemente pasar tiempo con Fyodor. Estábamos en una relación, sí, pero este verano sentía como si fuéramos dos personas que volvían a conocerse, incluso después de tanto tiempo juntos.

El primer día de nuestra aventura juntos comenzó con una visita a un pequeño templo en Kyoto. El aire fresco de la mañana, la luz suave del sol filtrándose a través de las hojas, me hizo sentir que todo estaba en su lugar, que el mundo estaba bien, y que estaba justo donde debía estar.

—Este lugar tiene una paz que no he sentido en mucho tiempo —dije mientras observaba el templo. Fyodor estaba a mi lado, mirando los adornos en las paredes con una calma que a veces me asustaba, como si todo lo que le rodeaba no le afectara.

—Es la belleza de la simplicidad —respondió Fyodor, su voz suave, tan característica de él. Siempre hablaba de esa manera, como si cada palabra tuviera peso. Sabía que estaba tan absorto en el ambiente como yo, pero no era tan fácil de leer en ese sentido.

Nos tomamos un momento para caminar por los senderos cubiertos de musgo, y aunque a veces me sentía desconectado de la realidad en su presencia, algo en mí se relajaba completamente. Aunque el mundo a veces nos resultaba caótico, en esos momentos juntos sentía que todo era simple y perfecto.

A los pocos días, nuestros amigos se unieron a nosotros. Chuuya, Dazai y Sigma llegaron con una energía completamente diferente. Chuuya, siempre lleno de entusiasmo, insistió en llevarnos a una fiesta local. Al principio, no estaba convencido. La idea de estar rodeado de gente desconocida no me atraía, pero Fyodor, como siempre, me convenció con una simple sonrisa y un toque en la mano.

La fiesta fue caótica, llena de luces brillantes, música estridente y risas que llenaban el aire. Dazai, con su mirada juguetona, intentaba arrastrarme al centro de la pista de baile. En una de esas noches, nos encontramos riendo con Chuuya y Sigma, mientras Dazai intentaba hacer un truco de magia que solo él pensaba que funcionaría.

—Vamos, Nikolai, un poco de diversión nunca hace daño —dijo Dazai, ofreciéndome su mano mientras su rostro se iluminaba con una sonrisa traviesa.

—No soy tan bueno para este tipo de cosas —respondí, mirando la pista de baile como si fuera el lugar más peligroso del mundo. Sin embargo, Fyodor se acercó, se tomó de mi mano y, con una ligera presión, me condujo hasta el centro de la pista.

—A veces, solo tienes que dejarte llevar —me susurró en el oído, su tono suave pero lleno de autoridad, como si no pudiera rechazarlo.

Y, por supuesto, lo hice. Durante esa noche, todo fue una mezcla de risas, giros torpes y una conexión con Fyodor que sentía aún más fuerte en medio de la multitud. Los demás estaban ahí, bromeando y disfrutando, pero yo solo tenía ojos para él, y él para mí.

Las semanas pasaron rápido. Recorrimos diferentes ciudades de Japón, exploramos templos, jardines y mercados, y nos perdimos entre las calles llenas de vida. Sin embargo, no todo fue perfecto. Las discusiones, aunque raras, también aparecieron en nuestras vidas. La mayoría de las veces, la causa era la falta de comunicación o alguna de nuestras diferentes formas de ver el mundo. Pero esas discusiones, aunque intensas, nunca duraron mucho.

📚░B░a░j░o░ ░l░a░ ░s░o░m░b░r░a░ ░d░e░ ░l░a░ ░r░a░z░ó░n░📚Donde viven las historias. Descúbrelo ahora