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A cada salto que Bella daba, el sonido de sus pies retumbar con la moqueta de la habitación hacía que mi cabeza recibiera una punzada de dolor.

- Isabella, te ruego que pares quieta por cinco minutos, ¿sí? -a miré molesta mientras ella me hacía una mueca de desagrado.

- Estoy en Londres, conoceré a mis ídolos, ¿y tú me pides que me tranquilice? Definitivamente estás loca, Alexia. -discutió tirándose en plancha a la enorme cama.

- Me estallará la cabeza, Bella. -gruñí tirándome encima de ella. -Odio los viajes largos. Ahora mismo sólo quiero dormir hasta que el estampado de la almohada quede tatuado en mi mejilla. -la morena frunció el ceño mirando la almohada, para después soltar un leve risa.

- Pues quedaría un tatuaje horrendo. -protestó tirándome hacia un lado de la cama. -Tienes que llamar a Adam. -me recordó empujando su maleta por toda su habitación hasta llegar al compartimento en el que dormiría.

Rodeé los ojos y solté un suspiro cansado.

Eran las nueve de la noche y sentía que acababa de pasarme un camión por encima. Era la primera vez después de diez años que sentía de nuevo lo que era un jetlack con una diferencia horaria de más de cinco horas.

- ¡Alexia! -gritó de nuevo Bella, eufórica. -¡¿Sabes que acabo de descubrir?! -abrí uno de mis ojos haciendo un gesto con la cabeza. -¡Estamos viviendo de nuevo el 16 de abril! -resoplé molesta y cerré el ojo. -Ya sabes...por el cambio de hora. -se explicó a sí misma mientras caminaba de nuevo hacia su compartimento.

Cerré los ojos por unos segundos, buscando la tranquilidad que por razones obvias, no había conseguido antes. En aquellos momentos sentía que mis veinticinco, casi veintiséis años, se convertían en ochenta.

Después de tres años de duro trabajo impartiendo clase Español y Biología a más de seis clases al día, había conseguido el dinero suficiente para reservar un hotel de buena posición. Y sabía que no me había confundido al notar que flotaba a cada segundo que pasaba en aquella cama.

El timbre de mi teléfono móvil hizo que gruñera, después de todo estaba acostumbrada. Desde que conocía a Adam y a Bella, mis momentos de descanso eran reducidos.

Me incorporé de la cama y estiré mi mano para alcanzar el asa de mi maleta, donde se situaba mi bolso, y hacer que se deslizara hasta la cama.

- ¿Eh? -contesté al deslizar el dedo por la pantalla del móvil.

- Buenos días, pulga... -bostezó de nuevo Adam. -¿Cómo fue el viaje?

- ¡Adam! -exclamé. -¡¿Tienes idea de lo caro que te resultará llamarme desde casa Australia?! -Adam rió y chascó la lengua.

- Estaré durante un mes solo, así que los gastos se reducen a la mitad. Y no me importa lo que cueste, sólo quiero hablarte. -murmuró bostezando de nuevo.

Sonreí de medio lado y me dejé caer de nuevo en la cama.

- Adam, esto no ha empezado y ya me arrepiento. -gruñí cubriendo mi rostro con la mano libre mientras emitía un suspiro cansado.

- Te dije que te quedaras, Alexia. -gruñó. -Aún así lo hecho está hecho. Ahora tienes dos opciones; disfrutar del hermoso Londres durante unos días, o continuar con tu plan. -puntualizó mientras oía como arrastraba sus pies por la casa.

- No lo sé...antes de montarme en el avión lo tenía todo claro y ahora que me encuentro en el hotel no sé por dónde empezar. Es una ciudad demasiado grande, el bullicio es enorme, la gente va a su rollo...-murmuré apenada. -Echo de menos Australia, la gente era más sonriente. -reí sin ganas y suspiré.

>>Promise<< |LP| #WATAwardsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora