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Desperté con un notable y horrible dolor de cabeza acompañado de una leve opresión en el costado derecho.

Mi cuerpo reposaba en el sofá como si de una nube tratase y, aun que pretendía levantarme, el dolor se apoderaba de mí y me obligaba a permanecer tumbada.

— Veo que te has despertado. —una voz femenina hace que vuelva a intentar levantarme, lo consigo, pero enseguida noto los finos dedos de mi madre apoyarse en mi hombro y empujarme lentamente hasta que retome mi posición inicial.

— ¿Qué haces aquí, mamá? —pregunto totalmente confusa, ella frunce los labios en una línea recta y después sonríe.

— ¿Qué ha ocurrido, cariño? ¿Todo va bien? Sabes que puedes confiar en mí, mi vida. —sus palabras me confunden aún más y ella repone rápidamente:—Estás en tu derecho de no contármelo, pero es mejor que lo hagas antes de que le agarre de las pelotas y le levante un metro del suelo.

— ¿Qué? —abro de forma desorbitada los ojos. Mi madre, Jessie, una mujer totalmente cariñosa, correcta y dulce había dejado caer de sus labios estas palabras. —Mamá, ¿de qué hablas? ¿Qué diablos tienes en la cabeza?

— ¿Qué tengo? —rueda los ojos. —¡Karen me anuncia que Liam está en tu casa y cuando paso a visitarle estás desplomada en el suelo sin conocimiento, con un golpe en la cabeza y con el costado rojo! ¡Y Liam no estaba! —frunce el ceño. —Cariño, conozco a Liam y él nunca haría eso, pero... sabes que soy capaz de hundirle la vida si te pone una mano encima, ¿verdad? —la mención del nombre masculino hace que mis piernas se debiliten y mi barbilla tiemble, amenazándome con el llanto.

— Mamá, él no...él jamás me tocaría un pelo en ese sentido. —aclaro. Ella suspira.

— ¿Qué te ha ocurrido, entonces? Cuando he llegado te habías desmayado... —susurra, colocando delicadamente su mano en mi frente y acariciándome con ternura.

— No lo sé...yo... —finalmente no lo soporto más y rompo en llanto. Soy incapaz de articular palabra y mi madre me apega a su pecho para consolarme.

Y después de tantos años, vuelvo a sentirme la niña indefensa que se refugiaba en el cuerpo de su madre cada vez que estaba desconsolada. Pero entonces no se trataba de una muñeca rota, o de un infantil insulto de un compañero de clase. Ahora se trataba sobre sentimientos hechos trizas.

— Se ha ido. —digo por fin. —Se ha ido. Me ha dejado, mamá. Yo...sólo quería ser feliz. No...no sabía que esto sucedería. Quise decírselo pero no me dejó, mamá. —sollozo y tomo bocanadas de aire rápidas e insuficientes. —Ni siquiera puede explicárselo.

No doy más explicaciones. Mi madre hace el abrazo más fuerte y agradezco que no pregunte. Lo único que necesitaba era llora y desahogarme. Ni siquiera tenía la mente ordenada como para pensar en cómo continuaría mi vida a raíz de esto, cómo me perjudicaría y cómo saldría de aquel problema. Simplemente pensaba que todo había terminado y en cierto modo, lo había hecho.

(...)

— ¿Qué haces por aquí? ¿No estabas de baja? ¿Y esas ojeras? Vuelve a casa, cariño. —es lo primero que escucho cuando entro a la sala de profesores.

Helen camina hacia mí protectoramente y, a pesar de que tiene tan solo un par de años más, me mira como si fuese una niña con gripe.

— Estoy bien. Y sí, estaba de baja pero no creo que esta mierda se me vaya a pasar estando tirada en la cama, aun que es lo único que quiero. —reconozco chascando la lengua y dejando sobre la mesa mi bolso.

— Tampoco te va a hacer bien escuchar los continuos comentarios de los alumnos. —rueda los ojos. —Ayer expulsé a uno por decir que el imbécil se había encontrado novia nueva. —se cruza de brazos y sonrío sin ganas ante su indignación. —Pero si no han pasado ni dos semanas. —dice cuando Sean se acopla en la conversación lanzando una revista de prensa rosa a la mesa, cerca de mi bolso.

—Sólo espero que a ese cabrón le saquen la pasta por un tubo. Y a poder ser, también los ojos. —dice, sacando su vena rabiosa con ese toque afeminado que él solía poner.

No contesto y me dejo caer en una de las sillas libres. No quería entrar en aquel juego del dinero; a ojos de Liam, yo era una de esas "zorras" —palabras textuales de él— que lo único que buscaban era lucrarse de su nombre, a pesar de que aquello no era para nada cierto. Sólo quería lucrarme de sus genes, su condición física y de su personalidad, pero no había manera de explicárselo y, aun que pudiese, jamás lo entendería.

De pronto, la sala se inunda con un olor a tabaco que me perfora las fosas nasales y me hace fruncir el ceño y arrugar la nariz. Helen chasca la lengua y se cruza de brazos cuando Adam pasa por nuestro lado. Susurra un buenos días apenas audible y se quita la chaqueta rápidamente, colgándola en el perchero y sacando un par de hojas de su maletín.

— ¿Has pedido ya el traslado? —pregunta Sean apenado y esas palabras duelen como cuchillos.

— Hace unas semanas. —responde él sin dejar de mirar el papel. — ¿Qué coño miráis? —pregunta cuando nuestras miradas se dirigen hacia él, haciendo que los pocos profesores que estemos presentes nos resulte extraña su reacción. Adam acostumbraba a decir palabrotas, pero el tono dulce, bromista o despreocupado con las que las soltaba era completamente diferente al empleado en aquel momento, feroz, violento e impulsivo.

— ¿Qué mierda te pasa? —Helen no se corta y le mira malhumorada. —Sólo te ha hecho una pregunta, y si te miramos todos es porque nos resulta raro que de un día para otro te mudes al culo del mundo. —encara una ceja.

Adam me dedica una mirada rápida y aprieta la mandíbula. —No me voy al culo del mundo, pero créeme que si pudiera lo haría. —su voz suena sarcástica y deja salir un largo suspiro.

— Quizá mi comentario te haga enfurecer más, Adam, pero llevas dos semanas con un humor insoportable. —comienza Sean. —Y quizá sea meterme en tu vida, pero...¿qué ocurre, Adam? —el rubio relaja sus facciones.

Le mira directamente a los ojos y deja caer sus manos a ambos lados de sus costados, como si rendido estuviera disculpándose por su comportamiento. —Ocurre que necesito irme. Necesito irme porque no puedo estar aquí. —responde finalmente.

Me dedica de nuevo una mirada y agarra su maletín para salir de la sala de profesores antes de que pudieran hacerle una pregunta más.

Κ[ds+

>>Promise<< |LP| #WATAwardsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora