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Bostezo una vez más, antes de ponerme seria e intentar entrar a la sala de profesores con una sonrisa mañanera que, debido al cansancio, era incapaz de sostener. —Buenos días compañ... —no puedo evitar bostezar una vez más antes de terminar la frase. —compañeros. —finalizo, haciendo que Helen ría.

— Vaya, ¿una noche larga? —pregunta extendiendo una taza de café hacia mí.

— Demasiado. —sonrío y le doy un sorbo al café. —Y pensar en el día tan ajetreado que tendré hoy, no ayuda: dos exámenes, una sustitución y junta de periódico y anuario al final de la jornada... —suspiro. —Échame más café. —bromeo extendiendo la taza hacia Helen.

— Bueno, Alexia, piensa que cuando sean las ocho de la tarde estarás en tu bañera, rodeada de espuma en el silencio de tu nueva y solitaria casa. —me mira con una sonrisa soñadora.

Helen era alumna del último curso cuando llegué a Australia y tuve la oportunidad de trabajar en el club de periódico con ella, desde entonces habíamos sido amigas. Sabía cuánto apreciaba y amaba el silencio de un lugar y el hecho de tan sólo escuchar el sonido de las hojas de un libro al ser pasadas mientras se daba un baño, pero esos momentos para ella se redujeron al 1% al tener trillizos nada más terminar la carrera.

— Créeme que tu idea suena muy tentadora, pero tengo un hombre del que encargarme en la casa. —digo mirando a Adam con una sonrisa divertida, quien está sentado frente al ordenador y imprimiendo unas circulares. Adam asoma la cabeza y sonríe de medio lado.

— ¿Algo que me haya perdido? —Helen encarga una ceja y asiente lentamente. —Así que... —ríe. —¡Sean, gané la puesta! —grita, obteniendo la atención del pelirrojo, que abre los ojos desproporcionadamente y se ríe. —¡Te dije que Adam le convencería de tener sexo!

— ¡Ay, Alexia! Unas con tanta suerte y otros...muriéndonos por un deseo prohibido. —Sean , profesor de Artes Dramáticas, acaricia el hombro de Adam y le lanza un beso, haciendo que mi amigo rodea los ojos.

— Se refiere a Woody, su nueva mascota. No hemos tenido sexo. —aclara con el ceño fruncido. —¿Y por qué demonios hacéis apuestas sobre mi vida sexual? —bufa con frustración y agarra el montón de papeles del escritorio para irse, despidiéndose de mi con un beso en la mejilla.

— ¿Woody?

— Un dálmata. Alguien lo envió por mi cumpleaños, pero no sé quien fue. —me encojo de hombros y termino el café que Helen me había servido. —Se ha pasado la noche llorando y cuando me he levantado he tenido que limpiar sus...necesidades. —digo torciendo la boca. —Desventajas de tener un perro. —digo con una sonrisa torcida.

— Oh, créeme, si piensas que un perro te da tanto trabajo, quítate de la cabeza eso de ser madre. —avisa Helen rodando los ojos. —Y más siendo tan joven como eres. —continúa, haciendo que me comience a sumergir en mis pensamientos. —Lloran, se orinan encima, vuelven a llorar y se vuelven a orinar. Cuando te despiertas...se pelean entre ellos, los regañas y ¿adivinas?: vuelven a llorar. —suspira y se deja caer en una silla. —Alexia, te lo digo desde mi propia experiencia, tener un hijo te lleva a muchos sacrificios y tienes que esta mentalizada de ello. Ese es mi consejo.—se encoge de hombros y asiento con una media sonrisa.

— Lo agradezco. —digo sincera. —Pero no hará falta... —susurro y Helen frunce el ceño.

— ¿Ya no quieres ser madre? —pregunta sorprendida. —Pero...si es tu sueño desde siempre.

>>Promise<< |LP| #WATAwardsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora