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Era incapaz de dejar de temblar, sentía frío en cada rincón de mi cuerpo aún estando en primavera. Miro a través de la ventana cómo el hospital se hace cada vez más pequeño, y no quiero. No quiero separarme ni un segundo de allí, quería estar en el momento en el que Bella despertase y poder pedirle perdón por lo estúpida que había sido aquella tarde con ella.

Un ruido me distrae de mis pensamientos. Liam está pulsando un botón, me mira fugazmente y sonríe. –Estás tiritando. –dice, poniendo el climatizador del coche en una temperatura que mi cuerpo pudiese aguantar.

- Gracias. –susurro volviendo mi mirada a la ventana.

Cierro los ojos y analizo los últimos tres días de mi vida. En apenas 72 horas, Adam, había confesado que sentía algo por mí, me colé en un autobús de una banda de música, exponiéndome a una detención, me había reencontrado con el que pensé que era mi mejor amigo de la infancia, quien no me había recordado, y finalmente me estaba abandonado el hospital tras una lavada de estómago a mi mejor amiga.

Y después de todo, lo que más me importaba era Bella. Me daba igual Adam, las posibles –dos –detenciones, que casi me habían sacado a patadas del estadio, y como no esa estúpida promesa.

Yo misma me había empeñado en venir para una maldita promesa y por mi culpa Bella estaba en el hospital. Me odiaría por esto, yo misma me odio. Y no puedo dejar de pensar que todo esto podría haber sido mucho más grave, trágico, y todo por mi culpa.

Por mi estúpida manía de querer cumplir todas las promesas que hacía, incluso desde pequeña me había metido en líos por eso.

Pero esto había sido demasiado, había puesto la vida de mi amiga en peligro por un maldito enfado, y eso no me lo perdonaría en la vida.

- ¿Te encuentras bien? –la voz ronca y profunda de Liam se mete en mis oídos, haciendo que me sobresalte y le mire.

- ¿En serio lo preguntas? –pregunté sarcástica. –Mi mejor amiga se ha sometido a un lavado de estómago por mi culpa. –gruño molesta. -¿Cómo quieres que esté?

- No ha sido tu culpa, Alexia. –repite haciendo una mueca, sin apartar la vista de la carretera. –Sólo estabas enfadada. –zanja con encogiéndose de hombros.

- No. No debí de arrastrarla hasta Londres, si no hubiese venido ahora mismo no estaría en el hospital. –susurro sintiendo de nuevo las lágrimas inundar mis ojos. –Fue una estupidez venir aquí.

- Ey, no... -despega una de sus manos del volante y la coloca en mi mejilla, limpiando una de mis lágrimas con su pulgar. –Todo tiene su parte buena y su parte mala, Alexia. No es tu culpa, no sabes lo que el destino te traería por venir aquí. –le miro y lanzo una pequeña sonrisa, la más sincera que he puesto desde que lo había visto.

- No solías creer en el destino. –rió levemente, arrepintiéndome al instante de lo que acababa de decir.

Liam sonríe y me dedica una mirada fugaz, volviendo los ojos a la carretera rápidamente. –Las cosas cambian, ¿no? –ríe y se encoge de hombros, llevando su mano de nuevo al volante.

Y tanto que cambiaban.

- Antes creías que todo se ganaba con esfuerzo, no porque las cosas pasaran por que sí. –digo resoplando. Los papeles habían cambiado.

Él no era el único que había cambiado de parecer en estos últimos diez años, mi vida había dado muchas vueltas y me había dado cuenta de lo duro que es obtener las cosas que deseas, y que si no luchas por ello las cosas no vendrías como por arte de magia.

>>Promise<< |LP| #WATAwardsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora