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— ¡No! No cojas eso, pesa demasiado. —la voz de alarma de Adam cuando me ve cargando una caja de cartón repleta de libros me hace reír.

— Estoy embarazada, no enferma terminal. —sonrío después de haber perdido mi forcejeo contra Adam.

El rubio rueda los ojos y lleva la caja embalada hasta el salón.

Todos los planes cambiaron en menos de dos semanas. Adam retrasó la mudanza hasta poder encontrar una casa algo más grande, evitando así el estudio de una habitación a unos pocos minutos de su nuevo trabajo. Ahora tendría que coger el coche todas las mañanas durante veinte minutos tras haber cambiado el pequeño apartamento por una casa de tres habitaciones similar a la de Sydney con un alquiler mucho más alto.

En cierto modo había decidido todo aquello sin pensar, y no me arrepentía en absoluto. Sin embargo, a veces me sentía miserable, acababa de volver a cambiar la vida de Adam de la noche a la mañana. Le había hecho daño y, de forma indirecta, le había empujado a mudarse a otra ciudad para olvidarse de mí. Cuando queda menos de una semana para irse, vuelvo a darle la vuelta a sus planes.

Adam se acerca a mí y me sonríe muy ampliamente antes de coger mi mano derecha y hacerme girar sobre mí misma. —¿Salimos a comer? Como en los viejos tiempos. —propone entrelazando nuestros dedos. Asiento con la cabeza y él se encoje de hombros. —¿Quieres comer algo en especial?

— No, me da igual. —contesto encogiéndome de hombros, él sonríe y hace una mueca.

— Pizza. —dice alzando el brazo.

— No me apetece. —mi mueca hace reír a Adam, que busca otra opción más apetecible para mí.

—¿Pasta? —sacudo la cabeza de lado a lado y él encara una ceja. —Se suponía que te daba igual. —ambos reímos y me mira fijamente a los ojos. —¿Tienes ya algún antojo, mamá?

La forma en la que me llama me produce sensaciones que jamás había tenido. El estómago se me revuelve y siento una opresión en el pecho insoportable, pero al mismo tiempo siento que una corriente de energía y felicidad atraviesa mi cuerpo, haciéndome vibrar para darme cuenta de que la situación era real. Estaba embarazada.

— Estoy de un mes, aún no tengo antojos. —respondo obvia.

Adam ríe mientras abre la puerta y espera a que salga yo primero. —Los antojos aparecen en el primer mes, al igual que los cambios de humor. Ambos se extienden hasta el final de primer trimestre de embarazo y son menos frecuentes, pero posibles, en el segundo. —explica. Le miro sorprendida y río.

—¿Has estado leyendo un libro sobre el embarazo? —pregunto divertida. Él se encoje de hombros y sonríe.

— Uno no, en realidad leí varios. Si voy a vivir con una embarazada me gustaría saber qué es lo que le ocurre a cada rato y cómo poder ayudarla, ¿no crees? —pasa uno de sus brazos por mis hombros y yo le miro fijamente a los ojos.

— No sé cómo consigues estar tan tranquilo. —reconozco torciendo los labios en una mueca.

Adam mira sus pies mientras camina y deja salir un suspiro largo, quedando en silencio un par de segundos. —En realidad no lo estoy, Alexia... —dice finalmente, mirándome de nuevo a los ojos. —No sé qué voy a hacer cuando te sientas mal y no pueda ayudarte. No sé cómo voy a ayudarte cuando el bebé llegue, ni cómo reaccionar cuando ya esté en casa. No sé nada, Alexia. —hace una breve pausa y sonríe de medio lado sin muchas ganas. —No debería de decírtelo, pero tengo miedo.

No lo parecía, o al menos se comportaba de forma contraria a lo que acababa de salir de sus labios. Pero a pesar de haberlo ocultado, lo había reconocido, yo no era la única a la que le daba pánico la situación de verme sola con un bebé en camino y a demasiados kilómetros de lo que consideraba mi hogar. Esto último quizá era lo que menos me afectaba. Por supuesto que había pasado los años más importantes de mi vida en Sydney. Toda mi adolescencia había transcurrido llena de anécdotas divertidas allí, pero todas eran junto a Bella y Adam.

Adam seguía a mi lado después de todo, pero no ocurría lo mismo con Bella. No ocurría lo mismo con nadie que me rodeaba allí. De un día para otro me vi sola, encerrada en mi casa, llorando porque Liam acababa de salir de mi casa, por supuesto que mi madre estaba allí en aquellos momentos pero, ¿cómo le diría que estaba embarazada de alguien que se fue? Era más fácil desaparecer, por lo menos hasta ser capaz de pensar en lo que está ocurriendo.

Noté los dedos de Adam entrelazarse con los míos y sonreí. —Todo saldrá bien, te lo prometo. —me susurra cuando se queda para frente a un restaurante. —¿Pollo? —giro la cabeza mirándole directamente a los ojos y sonrío asintiendo con la cabeza.

—¿Cómo sabías lo que quería? —pregunto cuando el camarero nos ha asignado una mesa.

— Te conozco demasiado. Cuando no sabes lo que quieres comer es que te apetece pollo. —dice sonando totalmente obvio. — Pollo a la barbacoa. —ambos reímos y esperamos a que el camarero nos tome nota.

— Gracias por todo, Adam...sin ti yo... —el rubio sacude la cabeza de lado a lado antes de interrumpirme.

—Sin mí estarías superando las adversidades tú sola. Joder, eres una luchadora nata, no me digas que sin mí no hubieras salido de esto sola. —sonrío de medio lado y siento un ligero hormigueo cuando su mano roza la mía sobre la mesa.

— Cada vez que pienso en lo rápido que ocurrió todo... —froto mi sien con la mano libre y resoplo. Siento mis ojos llenarse de lágrimas. —Ni si quiera dejó que le explicara...

Adam suspira cuando rompo a llorar. Sale de su sillón y se sienta a mi lado, colocando un brazo sobre mis hombros. Me atrae hacia él y me abraza fuertemente mientras acopla su barbilla en mi hombro.

—No merece la pena, ni a ti ni tus lágrimas. Liam no merece nada. —sentencia acariciando mi cabello. — Y sé que ahora no te darás cuenta de ello, pero dentro de un tiempo me darás la razón. —dice, haciendo que le mire directamente a los ojos.

— Te confundes, Adam. Me di cuenta de ello el mismo momento en el que cerró la puerta de mi casa.

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¡Hola!

¿Qué tal os va? Aquí os dejo un nuevo capítulo que espero que disfrutéis.

Lo he revisado varias veces, pero si encontráis algún error o palabra incompleta, lo siento. Me han cambiado el teclado del ordenador y aún tengo que acostumbrarme a él.

¡Espero que disfrutéis de vuestras vacaciones!

¡UN BESO ENORME!

No olvidéis los votos y comentarios, amores míos.

Att: Marta :)


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