#39.2

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— Sólo compruebo si es cierto y...adquieres la confianza... —su voz cada vez suena más cercana, hasta que su mano aparta la mía y le miro a los ojos directamente. —para decirme que...te excito tanto como tú a mí.

Entreabro los labios en un intento de tomar aire que parece nulo. Trago saliva con nerviosismo. —Adam...¿qué dices? —pregunto, atragantándome con mis propias palabras.

Y en cierto modo aquella pregunta resulta absurda e irrelevante. Era obvio lo que estaba diciendo, no se trataba de ningún idioma que no conociese o de una broma absurda, no. Lo decía clara y seriamente.

— Que me gustas, Alexia. —repite. —En todos los sentidos existentes. —rodea los ojos ladeando una sonrisa. —Joder, no te hagas la tonta, eso ya lo sabías. —deja salir una carcajada y sacude la cabeza lentamente.

— No hasta este punto. —digo, atragantándome con mis propias palabras.

Puedo observar cómo vuelve a sonreír, frenando la expansión de sus lados con un leve mordisco en su labio inferior. Toma aire y continúa con su labio entre los dientes.

— A la mierda el Adam pagafantas. —dice rodando los ojos. —Por supuesto que me gustas para dar un paseo por la ciudad, para abrazarte en el sofá o para dormir junto a ti. Pero no soy de piedra. También me gustas para hacer otro tipo de cosas... —susurra mirando mi cuello.

Mi respiración se comienza a agitar ante sus palabras y noto una oleada de calor repentina azotar cada parte de m cuerpo. Parece que mi ritmo cardíaco ha subido por las nubes y que en cualquier instante mi corazón podría salir disparado.

La habitación se queda en completo silencio. Tan sólo se puede apreciar el sonido de nuestras respiraciones, y puedo decir que la mía no es la única agitada en el cuarto. Mi boca se reseca al mirar fijamente su rostro. Lo había observado millones de veces, pero de manera tan distinta que en aquellos momentos Adam parecía ser ese chico del instituto que todas querían meter en su cama. En realidad lo era, quizá no el chico, pero sí el profesor que cualquiera pediría para Navidades.

Casualidad, suerte o destino, me daba completamente igual cual era la razón por la cual estaba viviendo aquel momento, pero lo único que tenía claro es que realmente, aquella oportunidad disfrazada de chico rubio explosivo, se había vuelto a presentar frente a mí —y desnudo.

Me toma una décima de segundo mandar a la basura todos mis pensamientos y colocar ambas manos en su cuello para atraerle hacia mí y besarle. Adam sonríe cuando atrapo sus labios con los míos y pasa ambos brazos por mi espalda, pegándome a él y profundizando más el beso utilizando su lengua para jugar con la mía.

Siento sus manos rodear mi espalda. Su piel cálida bajo el tacto de mis manos. Los movimientos de su lengua con la mía. Me siento viva.

Durante los últimos meses estaba en la completa certeza que mi vida había cambiado que, a pesar de ser un cambio drástico, me había convertido en otra persona y comenzaba a ser feliz. Pero era ese mismo momento el que me abrió los ojos y me hizo entender que había estado equivocada.

Quería abrazarle, quería besarle, quería estar con él.

— ¿Estás segura? —se separa unos milímetros de mis labios y junta su frente a la mía. —Si seguimos así... —resopla y río. —Tú me entiendes, ¿no? La canela es afrodisiaca. —su comentario me hace soltar una carcajada y volver a juntar sus labios a los míos, dándole así la respuesta a su pregunta.

Adam desliza sus manos por mi cuerpo, hasta llegar a mis glúteos. Los aprieta y hace un impulso que me obliga a rodear sus caderas con mis piernas. Adam ha despegado sus labios de los míos y besa mi cuello haciéndome suspirar.

>>Promise<< |LP| #WATAwardsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora