#54.2

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El día se solía hacer largo y pesado, pero hoy era algo especial. Las piernas me pesaban, mi cabeza parecía estallar y los mareos y náuseas se habían incrementado a raíz de lo ocurrido con Liam.

Mi madre ya había puesto en aviso todas sus alarmas cuando me vio la última vez. Según ella, los desmayos, las bajas defensas y la falta de fuerza debían de ser vigilados, estaba segura de que se trataba de una anemia y en cierto modo, podría darle la razón. No comía demasiado y los pocos nutrientes que tomaba no me servían de nada. Me obligó a hacerme un análisis de sangre y ver de una vez por todas qué me ocurría o al menos que serie de vitaminas necesitaba tomar, pero hasta no ver los resultados debía de seguir con el malestar general.

Lo único que quería al final del día era tumbarme en el sofá o la cama, cerrar los ojos y dormir. Dormir hasta que Woody lamiese mi rostro para que le pusiera comida y le sacara a pasear. Al fin y al cabo, él era el único capaz de levantar mis ánimos.

Desde lo ocurrido, no había vuelto a hablar con Bella, y no porque no lo hubiese intentado. Le había dejado decenas de mensajes, pero sus respuestas nunca llegan. Me obligo a pensar que debe de estar ocupada, pero tengo la certeza de que nada de eso es cierto. Había ocultado la verdad a Liam, a Bella, a mi madre... a todos. Excepto a Niall y Adam.

Froto mis ojos una última vez y me dispongo a salir de la última clase cuando todos los alumnos están fuera de ella. Camino con rapidez hacia la sala de profesores para coger cuanto antes mis pertenencias y salir huyendo de allí para poder descansar, pero unos golpes en la puerta hacen que me gire y mire a la rubia con una sonrisa ladeada.

— ¿Me sigues, Helen? —bromeo con las pocas ganas que me quedan de hacerlo.

— En esta ocasión sí. —dice apagada. —Tengo un dolor de tripa que no me deja casi ni caminar. —protesta dolorida, sentándose en una de las sillas que rodean la gran mesa de madera de cerezo de la sala de profesores.

— ¿Y eso? ¿Comiste algo en mal estado? —pregunto preocupada mirándola directamente a los ojos.

— No, que va. Es un dolor mensual, tú me entiendes, como el sueldo. —frunzo el ceño divertida aun que no entiendo su broma.

— Explícate, Helen. Sabes que no soy muy buena con tus frases de doble sentido. —anuncio rodando los ojos. Ella sonríe y ladea la cabeza.

— La menstruación. —protesta. —Aun que me alegro de que aún esté ahí, no creo que aguantase un embarazo más. —su comentario me hace reír y sonrío ampliamente.

En realidad me confundía. Woody no era el único capaz de arrancarme una sonrisa en aquellos momentos. Helena, con sus locas ocurrencias y sus despreocupadas frases, me hacía el día algo más ameno. Era una buena chica.

— ¿No tendrás alguna compresa o...? —hace un puchero y asiento con la cabeza, caminando hacia mi taquilla y abriéndola con delicadeza.

Meto la mano entre mis ordenadas cosas y no encuentro lo que busco donde lo suelo dejar. Levanto los libros, muevo los estuches y los papeles, pero no tengo nada.

Frunzo el ceño y la miro sacudiendo la cabeza. —No tengo... —digo extrañada. —Juraría que tenía la última vez que miré... —digo cruzándome de brazos.

— Quizá las terminaste alguna semana anterior. ¿Puedo hacerte una pregunta íntima? —la miro, todavía pensativa y asiento. — Últimamente me viene el periodo antes de tiempo, dicen que es algo normal entre las mujeres en edad joven. ¿A ti te ocurre? —ruedo los ojos e intento contestarla, pero de pronto una nueva pregunta ocupa toda la importancia en mi mente.

>>Promise<< |LP| #WATAwardsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora