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— Vaya... —suspira mirando la fachada de la casa. —Es...muy bonita. —continúa mientras saco mi bolso del coche y lo cierro.

Sonrío de medio lado mirándole.

Sentía mi garganta resaca y las llaves se resbalaban entre mis sudorosas manos cuando intentaba meterlas en la cerradura. Quizá fuese una tontería, pero estaba ocurriendo. Después de ese tiempo de sufrimiento, allí nos encontrábamos, por fin en casa.

No había podido negarle a Liam el derecho de acompañarnos a casa y, en cierto modo, agradecía no haber pasado el trayecto sola porque, aun que quisiera negarlo, ya me había sentido así en el último mes y no podía soportarlo un segundo más.

— No deja de sonreír y hacer formas con las manos. —informa Liam con un tono de voz que roza la euforia. —Está preciosa con este vestido, ¿lo elegiste tú? —pregunta mientras continúo con mi difícil tarea de abrir la condenada puerta.

— No, eh...fue...fue mi madre. —comento. —¡Agh! —exclamo cuando las llaves caen al suelo.

Dejo salir un resoplo y me froto el rostro con ambas manos. Liam me mira con preocupación y se acerca lentamente, dejándome coger a mí a Olivia.

— Déjame a mí. —sonríe, recogiendo las llaves del suelo.

— No he descansado bien...y la maldita puerta no... —en ese preciso instante, Liam empuja la puerta y me hace un gesto para que pase.

Camino hacia el interior, escuchando como cesan los ruidos provenientes de la cocina. Ahora son los pasos los que llenan de sonido la casa, seguidos de las exclamaciones de mis padres al verme llegar con Olivia en brazos.

Claro, todos son sonrisas y abrazos hasta que me percato de la presencia de Adam, apoyado en el marco de la puerta que da al salón, mirando fijamente a Liam. La tensión en el ambiente se puede cortar con tijeras y Liam parece no echarse para atrás cuando Adam camina hacia nuestro lugar.

— ¿Qué hace él aquí? —me pregunta Adam situándose detrás de mi madre, quien sostiene a la pequeña entre sus brazos, para acariciarla el cabello.

Sin embargo aquella pregunta no suena tan ruda y brusca como esperaba, sino con aquella agridulce mezcla entre confusión e indignación.

— Fue al hospital a ver a Olivia y... nos ha acompañado hasta casa. —respondo mirándole fijamente.

El rubio tensa la mandíbula y asiente lentamente con la cabeza. Liam por el momento permanece callado. El tiempo parece pararse alrededor de la pequeña y lo único que se puede escuchar son los arrumacos.

Siento la mano de Liam posada en mi cintura y me estremezco al instante. Él sonríe cuando le miro.

— ¿Estás bien? —pregunta mirándome a los ojos. Yo asiento en un suspiro.

Mi padre carraspea, atrayendo la atención de ambos. Su enorme sonrisa parece agrandarse un poquito más al ver a Liam, quien le responde de la misma manera.

— Y...dime, Liam. ¿Dónde te hospedas? —la pregunta de mi padre no es contestada tras varios segundos, hasta que Liam deja salir una pequeña risa.

— En realidad... no he buscado hotel. He ido del aeropuerto al hospital y ni siquiera he traído maleta, solo lo puesto. —la respuesta hace que mi padre alce las cejas.

—Bueno...eso se puede solucionar, ¿verdad, Alexia? —me mira con una sonrisa y yo me encojo de hombros. —Mi ropa te quedará algo grande, claro, yo con veintiséis tampoco tenía está barriga. —Liam ríe cuando mi padre le agarra del brazo. —Te prestaré ropa, Jessie, pon un plato más en la mesa, ¿quieres? —grita mientras subía las escaleras hacia el cuerpo de invitados.

>>Promise<< |LP| #WATAwardsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora