Extraña familia

1.2K 154 168
                                    




---Harry---

Mi mente tardó un segundo en comprender lo que mis ojos veían, pero cuando lo hizo, un nudo en mi garganta amenazó con ahogarme. Draco estaba despierto. Mi Draco estaba despierto.

Intenté moverme, pero mis piernas se sentían débiles, mi cuerpo, entumecido por lo que acababa de hacer con Tom, reaccionó demasiado rápido cuando traté de bajarme de los brazos de Tom. Caí.

El suelo de mármol helado se estrelló contra mis rodillas con un golpe sordo, pero el dolor no importaba. Nada importaba. Porque él estaba despierto.

Mis manos temblaban cuando me impulsé hacia adelante, arrastrándome sin pensar hasta la cama. Cada latido en mi pecho era un tambor ensordecedor, un eco de la desesperación con la que me aferraba a la imagen frente a mí. Draco. Su cabello platino descansaba sobre la almohada, su piel seguía pálida, pero sus ojos grises estaban abiertos. Me miraban. Estaba aquí. Estaba conmigo.

Mi aliento se rompió en un sollozo ahogado cuando mis dedos se hundieron en su cabello sedoso. Tocar para convencerme de que no era un sueño cruel.

Mis labios chocaron contra los suyos con desesperación y alivio, absorbiendo su calidez, grabando en mi memoria la sensación de su boca. Draco tardó en reaccionar, aún atrapado entre el sueño y la vigilia, pero después de unos segundos, me correspondió.

El beso comenzó torpe y tembloroso, pero pronto sus labios se movieron contra los míos con más fuerza, más certeza. Un fuego cálido se extendió en mi pecho, deshaciéndose de la fría agonía que me había oprimido por lo que pareció una eternidad. Lo saboreé, me deleité con él, sintiendo cada respiración compartida, cada latido entremezclarse con el mío.

Cuando al fin me separé, no pude evitar seguir besándolo. Su mejilla, la otra, su frente, su pequeña nariz. No podía parar. No quería parar.

—Harry, amor, para... —rio suavemente, pero aunque sus palabras me pedían que me detuviera, no hizo el menor esfuerzo por alejarse.

Me aferré a él, acurrucándome contra su pecho, rodeándolo con mis brazos tratando de fundirme en su calor.

—Dios, te extrañé tanto... —murmuré, cerrando los ojos y hundiendo el rostro en la tela de su pijama.

Draco suspiró con diversión, sus manos subieron a mi cabello, acariciándolo con lentitud.

—Amor, solo fue una siesta —bromeó—. Pareces actuar como si no me hubieras visto en días... Aunque, sinceramente, ustedes sí que aprovecharon el tiempo —rió de nuevo—. Hace solo unos momentos me despertaron diciéndose 'te amo', y ahora esto... ¡Lo bueno que desperté! Si no, me lo hubiera perdido. Pero ya que me perdí el principio, ¿podrían hacerlo de nuevo?

Su voz tenía ese matiz burlón, pero yo no respondí. No había sido una maldita siesta.

Draco levantó mi rostro con delicadeza, buscando mis ojos como si en ellos pudiera encontrar la respuesta que temía escuchar. Su expresión cambió en cuanto los vio. Supongo que mi mirada me había delatado.

—¿Por qué no me contestas...? —su voz sonó tensa, vacilante—. Solo fue una siesta, ¿verdad?

Las manos de Draco se apartaron de mí de inmediato y, en un gesto instintivo, bajaron hasta su vientre, donde la suave curva apenas perceptible de su abdomen parecía confirmar algo que aún no terminaba de asimilar.

El pánico en su mirada me destrozó.

Su respiración se volvió errática mientras sus ojos buscaban desesperadamente a Tom.

—Tom... —su voz tembló—. Solo dormí unas horas... ¿verdad?

Tom se acercó en silencio, con la serenidad de quien ya ha soportado lo insoportable. Se colocó detrás de Draco, envolviéndolo en un abrazo sólido. Me permitió seguir aferrado a nuestra alma.

El Destino Fragmentado de DracoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora