Savannah
Después de ir al Servantes, y tomar nuestra autorización, nos despedimos de los chicos. El director Garden nos dijo que evitáramos meternos en problemas, tener otras relaciones con los estudiantes de los colegios, más un discurso de la moralidad y la imagen del Servantes.
Según, solo nos aceptaran tres infracciones, si cometemos más de allí nuestro proyecto se viene a la mierda. O sea que nosotros de paso de vigilar y averiguar la vida de los demás para ver quién es merecedor de la beca, también nos van a mantener vigiladas.
Maldición.
Tengo suficiente con Tayler.
Columbus School. Oeste de Brooklyn. Bien, allá vamos.
Había estado trabajando con Emma todo el fin de semana. Ya teníamos todo listo. Después de manejar 38 minutos llegamos antes de tiempo a la preparatoria. Cuando nos asignaron la preparatoria Columbus, Emma hizo una investigación completa de la escuela.
Escuela Pública. 1.354 estudiantes y solo 84 son de último año. Director: Steve Rider.
Aparqué es un puesto vacío, para ser pública no estaba mal. El estado siempre le pone empeño a las propiedades públicas, es así. Emma agarró su bolso, su carpeta y empezó a inhalar y a exhalar con fuerza.
—Emma, tranquilízate, solo son chicos de nuestra misma edad —traté, en serio, hice todo lo que pude para no reírme.
—Sava, estos chicos tienen cara de matones, por Dios. Solo míralos. —señaló a varios que estaban a las afueras del colegio, otra vez se aglomeraban para ver quién saldría del carro. Agradecí que todos los vidrios fueran polarizados o sino estaríamos en problemas gracias a Emma.
Pude ver a lo lejos a un chico. Vestido de negro. Guantes, bufanda y gorrito gris. Eso sí era tener estilo. Aunque no fuera mi tipo... de verdad el chico que estaba al lado de él si tenía cara de matón. Bueno, ambos.
Los ignoré.
—Solo no hagas contacto visual, y recuerda lo que te dije —le tomé la mano y le sonreí.
—Bien, entonces, yo primero. No permitiré que nadie arruine mi proyecto. Necesito graduarme.
—Esa es mi chica.
Emma abrió la puerta de copiloto, se acomodó cuando se bajó y cerró con un portazo. Bien, me gustaba, estaba decidida e inspiraba seguridad. Había hecho un gran trabajo, aunque me faltaba.
Abrí mi puerta y bajé. Tome mi bolso y mi IPhone en uno de mis bolsillos. Miré a Emma por encima del auto. Le sonreí. Me hice una cola de caballo, acomodé mis lentes y me dispuse a caminar con Emma hacia los pasillos de Columbus School.
***
Eran las 8:00 am.
Habíamos llegado hace 15 minutos y aun estábamos sentadas en la secretaría de la escuela. Emma se estaba empezando a poner nerviosa y yo, yo ya iba por el número 785 para no perder la paciencia y no permitir que mi ira nos diera la bienvenida a ambas.
Odio, detesto esperar.
—Y si nos equivocamos, tal vez ellos no sabían que íbamos a venir. Oh por Dios Savannah —ya Emma había empezado a decir estupideces. Ella había aprendido a tener un poco de seguridad en sí misma, y a mí todavía me faltaba aprender tener un poco más de paciencia y tolerancia.
—Emm —dije entre dientes—, guarda silencio. Porque si el supuesto director no llega en menos de diez minutos, esta escuela va a empezar a arder.
Estaba molesta. La impuntualidad es algo que me desespera.
Una gorda, que hizo todo lo que estaba a su alcance para meterse en una falda que le llegara a las rodillas y no se le rompiera al sentarse, me escuchó. Supongo que debe ser la secretaria porque hizo un par de llamadas y el director llego no en diez sino en cinco minutos.
—Estudiantes. Un placer. Steve Rider —Emma y yo nos miramos. Si tranquilo, ya lo sabemos ¿usted qué cree? —El director de su escuela Tomas Garden me llamó. Las estábamos esperando. Ahora ¿a quién me dirijo? —nos sonrió.
—Emma Miller —Emma le estrecho la mano a Rider un tanto insegura. Su voz fue un susurro.
Volvimos a caer.
—Soy Savannah —salió mi yo extrovertida y segura— Savannah Black.
— ¿Black? —dijo el algo sorprendido. Maldita sea. Una vez, sola una vez en la que no me salgan con esta— ¿Spencer Black es tu padre? —preguntó el director. Que modesto.
—Sí, así es —suspiré algo cansada. Siempre era lo mismo.
—Tu padre, es uno de los benefactores. Realmente serán 20 estudiantes seleccionados —dijo un poco sorprendido.
—El mínimo son 20 pero si bien, nosotras creemos que no hay los 20 estudiantes capacitados para la beca, somos libres de llevar realmente a quienes se lo merecen —respondió Emma, esta vez más alto. Segura de lo que decía.
Bien Emm.
—Oh vaya, si están en lo correcto. Ojala y mi escuela cumpla con sus objetivos. Y díganme, que es lo que evaluaran más o menos —dijo interesado el director.
—Intereses. Desenvolvimiento. Seguridad. Responsabilidad. Y por supuesto: Aptitud y Actitud —enumeré con una voz autoritaria.
— ¿Y las notas? —dijo algo sorprendido.
—Nos guiaremos por las notas pero no tanto, por eso evaluaremos intereses. Puede que un alumno que quiera estudiar filosofía, le vaya mejor en literatura e historia que en matemática y contabilidad —dijo Emma.
Bien.
No lo había pensado de esa forma.
—Bueno, no las hago perder más el tiempo. La escuela es toda suya. Bienvenidas a Columbus School. —Rider me caía bien, pero no tanto.
***
A las clases solo dejan entrar 22 alumnos. Por lo que son cuatro aulas llenas de alumnos de último año. Caminamos por los pasillos. Emma no miraba al suelo. Que alegría. Todos nos miraban y a mi no me importaba, tendrían que aguantarnos dos meses, así como nosotras a ellos.
—Estudiantes —se oyó el director Rider por los altavoces—, creo que ya se dieron cuenta que tenemos a dos estudiantes de intercambio en nuestra preparatoria —las miradas volvieron a posarse sobre nosotras—, vienen de Manhattan. Preparatoria Servantes. Cursantes de último año. Estarán aquí durante dos meses por motivos académicos. Sean cortes. No quiero problemas.
Que director tan bocazas.
— ¿Dos meses? —el chico que según Emma tenía cara de matón le dijo al chico que para mí, tenía estilo. Para qué mentir, estaba deseando que ambos fueran de último año.
Esto no sería una aventura, esto sería un reto.
—Creo que así será —me volteé y se estaba quitando el gorrito. No había visto una cabellera tan larga en un hombre, que se viera hermoso, en un chico como el claro, bien cuidada y color oro. Dios era tremendamente perfecto. —Tendremos a las niñas ricas dos meses metidas en Columbus —su amigo sonrió ante la idea.
Tres infracciones.
Proyecto.
Graduación.
Savannah, no pierdas la paciencia y no te metas en problemas. Tenía que hacer de esa frase un mantra.
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Perfectamente Imperfectos
Teen FictionA veces no es suficiente teniéndolo todo, a veces la palabra "todo" no abarca lo que realmente queremos. Savannah Black lo sabía, lo tenía claro. Una chica que precedía lo perfecto ¿Cómo termina enamorándose del chico más imperfecto? Lo perfecto est...