Capitulo 3 | Savannah Black

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Conduje hasta el Servantes. La mansión estaba en el centro de Manhattan por lo que solo me tomó 20 minutos llegar a la escuela. Me estacioné y antes de bajarme del auto ya todos estaban observando quien iba a bajarse. Tomé mi bolso del asiento del conductor, tomé mi IPhone, las llaves y respiré unas diez veces. La gente se aglomeraba más y más.

Era la chica nueva, otra vez. Sólo que ésta vez era peor ¿Quién se cambia en su último año de preparatoria?

«Tú»

Maldito sea mi subconsciente. Tenía razón ésta vez.

Cambiarse a estas alturas es como que, vaya te fueras quedado en tu antigua escuela y te fueras graduado con tus amigos. Pero eso no aplica conmigo cuando mi penúltimo año la mitad fue en Londres y la otra en París así que, inhale una última vez, y bajé del auto.

Busqué todas mis fuerzas y me motivé a ser la chica segura y extrovertida de siempre. Cerré la puerta del conductor, me puse el bolso, guardé mi celular en uno de mis bolsillos y empecé a caminar.

Sí, era yo, me sentía bien. No me gustaba llamar la atención, pero como la gente carece de una vida, a veces me gustaba la atención que me daban.

Entré al Servantes a paso seguro, miré a los lados. La mayoría de las veces tengo una cara como si siempre estuviera molesta, aunque en realidad no era así, simplemente era mi cara. No podía hacer nada.

Me topé con una cartelera, busqué mi nombre: Savannah Steph Black. Aula 506. Bien me tocaba subir cinco pisos. Excelente. Antes de eso, pasé por secretaría, recogí mi horario y mi primera clase comenzaba en 30 minutos. Tenía tiempo para perderme.

Me senté en lo que sospeché era el jardín, era exótico, relajante y hacía una temperatura perfecta. Saqué mi IPod y The Weeknd inundó mis oídos. Me relaje de inmediato.

Una chica, algo tímida se me acercó. La miré de arriba a abajo. No era nada personal, simplemente era así.

— ¿Puedo sentarme?— me preguntó, de broma alcance a oírla. Detestaba que me interrumpieran cuando estaba escuchando música, Señor mándame una dosis de paciencia. No podía ser una perra arrogante en mi primer día.

—Claro— sonreí sin querer hacerlo.

— ¿Eres nueva cierto?—me preguntó, de nuevo.

—Se me nota demasiado ¿no es así?

—No, no, no —dijo rápidamente—, solo que ya todos saben que eres nueva y que vas a último año, déjame decirte que tu sí que sabes hacer una gran entrada para ser nueva. Por cierto, soy Emma.

—Hola Emma, dime Savannah—. Respondí.

— ¿Te molestaría si te hiciera una pregunta? —dijo tímidamente. Ella sabía que podía ser fastidiosa cuando se ponía insistente.

—No, claro que no —mentí. Odiaba que me averiguaran la vida. Ahora comprendo por qué no tengo amigos. —Dime, pregunta lo que quieras—necesitaba una amiga, tenía que dejar mi mal comportamiento, o dejar de tomar prejuicios contra la pobre chica.

— ¿De dónde vienes? O sea se nota que tienes mucho dinero. Chicas como tú siempre acostumbran a ser las más populares y eso. Es extraño que accedieras a sentarte conmigo, pertenezco al grupito de los nerds o eso dicen. Soy Emma Miller, me conocen por eso— sonrió débilmente.

— ¿Y en que época viven aquí? Maldición entonces mi padre me engañó cuando dijo que el Servantes tenía un gran programa de estudios y que sus estudiantes eran excelentes. —dije un poco molesta— A ver Emma, escucha. Yo no accedí a sentarme contigo, tu solo te sentaste conmigo y ya. No puedes calificarte como una nerd solo por ser aplicada y dedicada a tus cosas —finalmente, respiré y continué. —El hecho de que la población estudiantil sea infantil y denigren a los estudiantes dividiéndolos en los populares, nerds etc.; solo me hace pensar que no son más que chicos con complejos de fracasados tratando de ser alguien que no son.

Perfectamente ImperfectosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora