Capítulo 6 Hacia el refugio

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Los cuatro corrían cuesta arriba, haciendo resonar sus pasos en la oscuridad de la noche con la fuerza de un eco ensordecedor. La niebla se había aligerado en esta parte de la ciudad, pero la tensión en el aire era palpable, pues los escombros esparcidos por el camino contaban la historia de un caos reciente: sangre, restos de comida, maderos destrozados, todo testimonio de la destrucción que las bestias, ahora privadas de sus almas, habían dejado a su paso. Los cuerpos inertes de algunos ciudadanos y de incluso un par de Cazadores que yacían en el suelo eran una dolorosa confirmación de la catástrofe que se había desatado. A lo lejos, el resplandor del fuego iluminaba la noche, marcando el lugar donde un incendio había comenzado. Los gritos desesperados de hombres y mujeres luchando por sus vidas se mezclaban con los alaridos de las criaturas descontroladas, dejando claro que la batalla por la supervivencia había iniciado. Shina, con una fuerte determinación pese al miedo que estremecía cada ápice de su cuerpo, guió a Ruu, Keriz y Eithel hasta el final de una calle que desembocaba en la cara norte del valle. Allí, una pequeña plazoleta con un pozo se había convertido en un improvisado refugio al que decenas de personas esperaban su turno para descender por él, mientras varios Cazadores vigilaban las calles aledañas, alertas a cualquier nueva amenaza.

Al ver a los recién llegados, un Cazador de ojos oliva, de unos treinta años, se adelantó para recibirlos, y Shina corrió hacia él, abrazándolo con una fuerza que sorprendió tanto a Ruu como a Keriz. Eithel, sin embargo, no reaccionó, acostumbrado quizá a verlo.

– ¡Por fin! – exclamó el hombre, evidenciando una preocupación latente en su voz. – Estaba muy preocupado por ti. ¡He estado a punto de ir a buscarte!

– Lo siento, Coga. – se disculpó Shina. – Por suerte, ellos estaban conmigo.

La joven señaló a Ruu, Keriz y Eithel, y Coga de Plumas, hijo de Elric de Plumas y primo de Hidan de Özestan, inclinó la cabeza en una reverencia, agradeciendo su presencia. Keriz, aún sobrecogido por la situación, observó al Cazador con una mezcla de respeto y tristeza. Este era el hombre del que tanto había oído hablar a su padre: un Cazador que había enfrentado demonios y sobrevivido al horror del Santuario de Thalassa, pero no sin pagar un alto precio, habiendo perdido a su padre y compañeros en aquel lugar maldito.

– ¿Has visto a mi padre? – inquirió entonces el mozo.

Coga negó con la cabeza, colocando una mano sobre el hombro del adolescente.

– Debe estar guiando a los escuadrones al otro lado de la ciudad. – supuso. – Por ahora, resguardaos en el refugio. – pidió en un tono firme. – Nosotros nos encargaremos del resto.

Shina asintió, y aunque Eithel pareció dudar, finalmente la imitó. Al parecer, el padre del mozo debía de ser un Cazador y el adolescente estaba razonablemente preocupado por el devenir de su padre. La muchacha tomó su mano con fuerza e hizo lo mismo con la de Keriz, quien miraba a Ruu con una profunda tristeza en sus ojos, y el Cazador, cuya distintiva coleta alta lo marcaba entre los suyos, frunció el ceño al ver que el joven de cabello blanco, a quien había tomado a primera vista por un anciano, no se movía hacia el pozo.

– ¿Sucede algo, mago? – preguntó Coga, asumiendo la identidad del muchacho por su apariencia. – Las criaturas de magia ancestral han enloquecido y están arrasando la ciudad. Incluso para alguien como tú, quedarse afuera sería un riesgo mortal.

Ruu abrió la boca para replicar, dispuesto a desafiar la simplista percepción del guerrero, pero antes de que pudiera hablar, un Cazador emergió tambaleante de una estrecha callejuela. Cayó al suelo, su rostro pálido como la luna, temblando incontrolablemente mientras buscaba con la mirada al líder de los Cazadores presentes.

– ¡D-Demonios! – gritó el guerrero, incapaz de impedir que su voz se quebrara por el pánico. – ¡Los he visto! ¡V-Vienen los demonios!

El miedo se extendió entre la multitud como un reguero de pólvora, haciendo que el caos se apoderara de la pequeña plaza.

El Cazador de demonios (libro II) HecatombeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora