Keriz se adelantó lentamente hacia el centro de la Sala del Pentagrama. Sus pequeños pasos resonaban en el silencio expectante mientras las miradas de los Cabezas de Familia seguían cada uno de sus movimientos. Todos ellos sentían en él una extraña esencia, pero ajenos a la verdadera identidad del chiquillo, creyeron que se trataba simplemente de un aprendiz de mago de talento excepcional. Sin embargo, esto no situaba a Keriz en una situación ventajosa, pues los elfos despreciaban a los magos mucho más de lo que podrían jamás despreciar a los simples humanos. Pero el niño no se amedrentó. La Dama Halla le había asignado personalmente esa misión, y no podía decepcionarla. El peso del momento podría parecer más aplastante con cada segundo que pasaba, las miradas de las Aristas podían parecer dardos que se le clavaban en cada parte de su cuerpo, pero pese a todo, se esforzó por mantener la calma y respiró hondo, tratando de controlar sus nervios antes de empezar.
– H-Hemos venido a Eissïas porque... los demonios han regresado. – dijo con voz firme, aunque su rostro delataba la ansiedad que sentía.
Al oír sus palabras, una marea de incredulidad atravesó la sala. Glaciem se cruzó de brazos, Alsyn soltó una risa burlona, Dadran alzó una ceja con desdén y Mirsalis, aunque no mostró una expresión abierta de escepticismo, entrecerró los ojos, como si estuviera evaluando las palabras del pequeño.
– ¿Los demonios? – repitió Alsyn, cruzándose de brazos con una sonrisa incrédula. – ¿Es una broma? ¿Has venido hasta aquí solo para contar cuentos de terror?
Mirsalis permanecía en silencio, pero su expresión seguía siendo distante, como si quisiera dejar que los demás hablaran primero. Dadran, por su parte, exhaló un suspiro pesado y miró a los demás elfos, casi como si el tema le aburriera.
– Si esta es una manera de probar nuestra paciencia, los emisarios de Fodies están perdiendo su tiempo. – declaró, inclinándose en su trono de manera despectiva.
Keriz abrió la boca para responder, pero antes de que pudiera defenderse, Ruu intervino, su voz cargada de seriedad y determinación.
– ¿Creéis que habríamos viajado hasta aquí si no fuera cierto? – dijo con sus ojos jade fijos en los elfos, especialmente en Glaciem. – No pisaría esta tierra si no hubiera una razón de peso. – aseveró. – No estamos aquí por capricho.
El silencio que siguió a las palabras del mestizo fue diferente. Más profundo, más serio. Glaciem, quien hasta entonces había permanecido callado, observando a Ruu con su característica frialdad , dejó escapar un suspiro, pues sabía que ese Hijo del Rey jamás habría venido a Eissïas, con el consecuente riesgo de encontrarse con él, si la amenaza de la que hablaba no fuera real.
– Yo le creo. – dijo Glaciem al fin, rompiendo el silencio. – Y si es verdad, entonces no es algo que debamos ignorar.
Las miradas de los otros elfos se volvieron hacia Glaciem, sorprendidos por su declaración.
– A-Además. – añadió Keriz, recuperando el aliento. – Hemos visto un pilar de luz roja al este de nuestra posición. Creemos que podría estar relacionado con los demonios... Pero aún no estamos del todo seguros...
– ¿Un pilar de luz? – Mirsalis entrecerró los ojos aún más, como si intentara discernir la verdad en las palabras de chiquillo. – Desde Hiverna no hemos apreciado ningún fenómeno tan extraño como el que mencionas...
– ¡Pero el pilar está ahí! – insistió Keriz, sin ceder. – ¡Lo vimos aparecer con nuestros propios ojos cuando aún estábamos en la Región de Tomma!
Alsyn, quien hasta entonces se había mostrado burlón, frunció el ceño, aunque su tono seguía siendo escéptico.
– Sin pruebas, ninguno de nosotros podrá creerte. – dijo, aunque no sonaba del todo convencido. – Pero si realmente existiera un pilar, eso no significa que lo hayan creado los demonios.
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El Cazador de demonios (libro II) Hecatombe
FantasyCONTINUACIÓN de ||El Cazador de demonios La Montaña Prohibida|| #4 en AVENTURA 24/12/18 #7 en AVENTURA 1/11/17 #8 en AVENTURA 1/10/16 ___ Las Tierras Mortales disfrutan de los tiempos de paz desde que hace doce años, los demonios fueron exterminados...