Capítulo 33 El archivo

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Gracias a Anabeth, el trayecto que al principio iba a ser de cuatro días más, se redujo a unas cuantas horas de vuelo. La elfa los había llevado a su hogar, la montaña donde los elfos vivían junto a los dragones. Sortearon los picos de Las Montañas Negras y finalmente aterrizaron en un pequeño mirador de hierba verde adornado con un gran árbol de tronco retorcido. Sin embargo, la jinete desmontó en silencio y sin mirarlos. Había permanecido callada durante todo el viaje, desde el preciso momento en el que el nombre de Nuar había aparecido en la conversación.

Ruu se preguntaba para sus adentros quién era el ser que ostentaba ese nombre y tras atar cabos, supuso que muy posiblemente, hiciese referencia al dragón negro

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Ruu se preguntaba para sus adentros quién era el ser que ostentaba ese nombre y tras atar cabos, supuso que muy posiblemente, hiciese referencia al dragón negro. Lo único que no comprendía era el pavor que Anabeth había expresado al mencionarlo. 

El dragón azul alzó el vuelo en cuanto los pasajero se hubieron bajado y la elfa se dio la vuelta dispuesta a hablarles por fin.

-En Ilis solo Aldair, Glaciem y yo sabemos lo que realmente pasó en La Montaña Prohibida. Así que Ruu, no puedes destacar demasiado.

-¿Por qué solo yo?-preguntó disgustado.

-Los elfos tienen una percepción muy fuerte del poder ajeno. Si usas tus poderes aquí, todos sabrán lo que eres. Lo mismo pasa con Keriz. El niño tiene una esencia muy fuerte, por lo que tampoco debe usar sus habilidades.

-Como si supiera controlarlas...-musitó el pequeño.

-Tampoco debéis dar vuestras verdaderas identidades.-ordenó ella quedando pensativa.-Diremos que todos sois mensajeros de Fodies, miembros de la corte. Ruu y Keriz, vosotros seréis magos... Es lo más creíble.

-¿Y nosotros?-preguntó Shina sintiéndose algo ignorada.

-El duende no necesita esconder quién es y tú... Tú pareces una humana corriente.

Aquello sonó como el insulto más grande de la historia, aunque la elfa no quiso que sonara de esa forma.

-Aunque tu lanza emite cierto poder... Diremos que eres una guerrera y listo.

La joven levantó la barbilla orgullosa. Al menos ella sería considerada en ese lugar como una brava guerrera que escoltaba a esos dos supuestos magos mensajeros.

-Ahora que está todo dicho hay que darse prisa.-dijo la elfa.

Empezó a caminar por el mirador y la comitiva la siguió en silencio por un camino pedregoso al borde de un gran precipicio.

Ruu se dio cuenta que Anabeth había evitad concienzudamente mencionar algo sobre Nuar, y eso le preocupó.

La zona en la que vivían los elfos se componía de grandes ínsulas rocosas a diferentes alturas. A medida que se alejaban del mirador, pequeñas casas se iban haciendo visibles entre los riscos y acantilados de las montañas. Los dragones volaban por el cielo haciendo acrobacias mientras que en un risco lejano, vieron a un grupo de elfos entrenándose en el arte del arco y otros practicando con lanzas y espadas.

El Cazador de demonios (libro II) HecatombeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora