Capítulo 3

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Al día siguiente, salgo de la escuela por la puerta principal y nadie me detiene. En cuanto lo veo, me pongo nerviosa, pero mi gran sonrisa delata mi estado de ánimo. Sebastian me ve y le sorprende verme salir por la puerta principal, se acerca a mí.

—¡Ma Petite Danseuse! —me dice con una gran sonrisa, después me besa en los labios y yo me abrazo a él.

—¡Hola! —saludo tímidamente.

—¿Nos vamos? —pregunta, y yo afirmo con la cabeza, subimos a un taxi que ya espera—. Pensé que saldrías por la puerta de atrás —menciona intrigado.

—No hubo necesidad de escapar —le informo.

—¿Ah no? —pregunta con curiosidad.

—No, tengo permiso. De hecho es una indicación médica —le aclaro.

Él sonríe y luego se pone serio.

—¿Estás enferma? —pregunta preocupado.

—No, solo algo nerviosa —le cuento, guiñando un ojo, él suelta una sonora carcajada y ya siento que adoro su risa.

—¿No crees que esta crisis nerviosa afecte tu carrera de bailarina? —pregunta haciendo énfasis en crisis nerviosa.

—No lo sé, pero no me importa —declaro, a la vez que alzo mis hombros y él asiente pensativo.

—Muy bien, a divertirnos entonces. Ya verás que el Disneyland de aquí es mucho mejor que el de California —menciona y yo me quedo muda, no sé que responder, y él nota mi falta de palabras—. ¿Qué pasa?

—Nada, solo que no conozco ningún Disneyland —admito apenada y Sebastian me mira con incredulidad.

—¿De verdad? Yo he ido cientos de veces, incluso en excursiones del colegio —comenta mirándome con escepticismo.

—En el colegio también hubo esas excursiones, pero mi madre nunca quiso firmar los permisos.

—¿Tu madre tiene algo en contra de Disney? —pregunta con ironía.

—En realidad está en contra de que pierda las prácticas de ballet —le revelo, y él hace un gesto doloroso.

—Bien, entonces me encanta ser yo quien te lleve por primera vez —manifiesta con entusiasmo, yo sonrío y lo miro con timidez.

—A mí también me encanta que seas tú quien me lleve —confieso.

Sebastian me mira con ternura, me acerca a su rostro con su mano y besa mis labios; lento, suave y de nuevo las mariposas se hacen presentes haciendo latir mi corazón a toda velocidad.

Por supuesto que es un día un día maravilloso, subimos a todos y a cada uno de los grandes juegos mecánicos y me divierto como una niñita. Creo que nunca había reído tanto como lo he hecho hoy. Sebastian no suelta mi mano, me besa cada que se le antoja y yo lo permito porque también quiero besarlo todo el tiempo. Comemos toda clase de golosinas y compramos decenas de suvenires, incluso compramos, sudaderas, camisetas y cachuchas a juego, y a Sasha le llevo de todo lo que sé le gustará, aunque también sé que mi madre morirá cuando se entere que me perderé una semana de clases, pero por primera vez no me importa.

Sebastian me muestra sus habilidades con el baloncesto al ganar un enorme Mickey para mí y no fallar ni una canasta, pero optamos por cambiarlo por dos de tamaño medianos, no creemos que permitan llevarlo en el avión y dejarlo no es una opción.

Pasamos el día entero recorriendo el parque ya que tampoco tuve que regresar a mis clases de la tarde y al contárselo a Sebastian, emocionado me carga en sus brazos y me da vueltas, luego me besa como si quisiera comerme, esta vez introduce su lengua en mi boca y siento un intenso calor recorrerme el cuerpo, que me hace desear que él sea el primero, mi primero en todo. Así como fue el primero en besarme y el primero en llevarme a Disney. ¡Dios! A veces pienso que Sebastian me está volviendo loca, ni yo misma me reconozco.

Mila, Mi Pequeña Bailarina  #PNovelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora