Capítulo 66

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Me levanto muy temprano, apenas dormí y desistí de seguir intentando, así que voy a mi habitación a darme una rápida ducha, arreglo mis cosas del ballet y salgo de casa, determinada a ir al apartamento de Sebastian a hablar con él.

Lo pensé toda la noche. ¿Ir o no ir? O dejarlo así y esperar a que sea él quien me busque.

Fueron muchas las preguntas que me hice y muchas las respuestas que me inventé, pero al final siempre llegué al mismo punto, solo estoy suponiendo y no sabré la verdad de lo que pasa hasta que sea el mismo Sebastian quien me lo diga. Y no, no puedo esperar a que sea él quien me busque, me volvería loca si lo hago. Necesito saber que es lo que ocurre y si él ya no me quiere, tengo que saberlo y me lo diga a la cara.

¡Dios! No quiero pensar en eso, Sebastian no pudo dejar de quererme de un día para otro. Me niego a creerlo, pero tampoco quiero seguir engañándome a mí misma y tengo que aclarar esto de una buena vez.

Subo corriendo las escaleras del edificio de Sebastian, me detengo frente a su puerta y me pregunto si toco o si entro con la llave que él me dio. Me decido por usar la llave y busco en mi bolso, pero antes de entrar reviso mi celular una vez más con la esperanza de encontrar un mensaje de Sebastian, pero no hay nada.

Apenas meto la llave en la cerradura, la puerta es abierta desde dentro y no puedo creer quien la abre.

—Allison —expreso realmente confundida, mientras me mira con fastidio.

—Mila —saluda desafiante.

—¿Qué haces aquí? —le pregunto realmente consternada.

Ella está por responderme, pero Sebastian interrumpe nuestro duelo de miradas.

—Mila, Pequeña —me dice confundiéndome todavía más. ¿Otra vez soy su pequeña? — pasa —me dice tomando mi mano y besando mis labios. Allison pone los ojos en blanco.

—Sebastian, necesito que hablemos —le digo muy seria y mirándolo fijamente.

—Claro —asiente pensativo— Allison, vete adelantando al auto y dile a Edward que no tardo —le pide a la arrastrada sin quitar su vista de la mía.

—Pero Sebastian, ya es tarde y debemos irnos —alega la alimaña, mientras yo observo con atención la reacción de Sebastian.

—Por favor Allison, déjame solo con Mila, bajaré en unos minutos —le dice con voz firme sin ni siquiera mirarla. Ella coge de mala gana algunas láminas y sale del departamento dejándonos solos—. Lo siento pequeña, pero no tengo mucho tiempo, la presentación es en media hora —dice mirando su reloj.

—No te quitaré mucho tiempo —le aclaro yendo hacia la barra de la cocina donde pongo mi bolso y mi celular—, solo quiero que me digas que es lo que pasa —le pido con un enorme nudo en la garganta y las lágrimas picando en mis ojos, pero manteniéndome firme. Sebastian baja la mirada avergonzado, entrelaza sus manos con las mías y las mira pensativo— Necesito saber si ya no me quieres —expongo con voz quebrada y controlando las enormes ganas que tengo de llorar. Él cierra sus ojos en un gesto doloroso y presiento que lo que está por decirme, no me gustará.

—Mila... Yo... —titubea—, yo te amo, mi amor. Eso nunca lo dudes —dice besando mis nudillos. Yo suspiro aliviada y las lágrimas que antes mantenía cautivas, encuentran libertad—. Perdóname, sé que ayer me porté como un idiota contigo —continúa limpiando mis lágrimas con sus pulgares—. No tuve un buen día, estaba muy molesto conmigo mismo y me la cobré contigo —se excusa y yo niego con la cabeza.

—¿Tienes idea de cuánto me lastimas? —le reclamo, él está por decir algo, pero no lo dejo—. No, no tienes idea, porque si la tuvieras no me harías esto —le recrimino mirándolo realmente desilusionada.

Mila, Mi Pequeña Bailarina  #PNovelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora