Hoy me despierta la señora del servicio porque me quedo dormida, pero creo que hace mucho que no dormía tan bien. Sí, tuve pesadillas como casi todos los días, pero esta vez fueron diferentes porque Sebastian estaba ahí para reconfortarme.
—Señorita Mila, su madre dice que tiene que levantarse para sus clases de ballet —me dice la mujer en voz baja.
—¿Qué horas son? —pregunto un poco confundida.
—Las 9 de la mañana —me informa.
—¡Dios! Es tardísimo. —Salto de la cama y veo que ya ni Sasha está ahí—. Por favor no le digas a mi madre que me encontraste en la habitación de Sasha —le ruego mientras desconecto mi celular del cargador y voy a la puerta.
—No se preocupe señorita —me asegura con una sonrisa cómplice.
—¡Gracias! —le digo antes de salir y corro a mi habitación a darme una rápida ducha. Me pongo mi ropa de ballet, arreglo mi bolso y bajo corriendo las escaleras.
—Mila ya es tarde, tienes que ser más responsable con los horarios —me reprende mi madre.
—Lo sé, lo sé. ¿Tú crees que Raúl puede llevarme? —le pregunto mientras recojo mi cabello en un descuidado recogido. Raúl se supone que es mi chofer, o al menos lo era hasta que mi madre lo hizo su amante.
—¿Por qué no te llevas tu auto? —sugiere ella.
—¿Mi auto? —pregunto confundida.
—¡Oh! No te lo había dicho —dice exagerando el gesto de inocencia—, tu padre lo compró para ti por tu cumpleaños —expone con indiferencia, como si el que mi padre se acordara de mi cumpleaños, no tuviera ninguna importancia.
—No creo que sea buena idea, tardaré más tiempo buscando estacionamiento que en lo que llego en tren, además se te olvida que no sé conducir —le recuerdo y ella pone sus ojos en blanco.
—Está bien, le pediré a Raúl que te lleve —acepta con fastidio—, mientras, desayuna algo.
Mi madre sube porque seguro Raúl está en su habitación durmiendo todavía. Yo voy a la cocina y ahí me encuentro a Sasha desayunando pancakes.
—¿Señorita, le preparo algo de desayunar? —me pregunta la cocinera.
—No, no tengo tiempo. Solo tomaré mi jugo de toronja, gracias —le indico de forma cortés.
La empleada me sirve un vaso y me lo entrega, en realidad me gusta más el de naranja, pero mi madre dice que tiene mucha azúcar y que el de toronja ayuda a quemar grasa, así que siempre tomo el de toronja.
—¿No quieres de mis pancakes? —me pregunta Sasha y yo niego. Por supuesto que quiero, pero tantos carbohidratos no son una opción y menos sin tiempo para vomitar —Yo creo que deberías comer más o pronto pesaré más yo que tú —me dice con evidente sarcasmo y en eso Raúl aparece poniéndose la camiseta.
—Gracias ratón, pero ya debo irme —respondo mirando a otro lado para evitar la tentación, me empino mi jugo de toronja y le doy un beso en la frente a Sasha—. Adiós ratón, pórtate bien —me despido y salgo detrás de Raúl, vamos al garaje y él sube a mi auto nuevo.
Es un Audi1 sport color rojo, me gusta, es bonito y pequeño, creo que mi padre después de todo si conoce mis gustos, pero dudo mucho poder conducirlo, si ni siquiera tengo permiso para hacerlo y parece que Raúl es quien terminará disfrutando de mi regalo, aunque en realidad no me importa. Creo que hubiera preferido que mi padre me invitara a comer o al menos me hubiera llamado para felicitarme.
—¿Qué te parece tu auto nuevo? —me pregunta Raúl, camino a la escuela.
—Es bonito, a ti parece gustarte mucho —comento con evidente ironía.
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Mila, Mi Pequeña Bailarina #PNovel
Teen FictionSINOPSIS: El ballet es mi redención, donde encuentro la calma que me ayuda a sobrellevar todo aquello que atormenta mi vida. Dicen que soy la mejor, y he luchado para que así sea; el cuento de hadas, solo vive en el escenario, cuando me levanto sobr...