Capitulo 29

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Voy camino a la escuela con una gran sonrisa en los labios. Ayer pasé un día maravilloso con Sebastian que me llevó Overpeck County Park; un lugar hermoso muy cerca de la ciudad y del que jamás había oído hablar. Overpeck County es un parque, con un gran lago como protagonista, pero lo mejor es el ambiente que se vive ahí; familias compartiendo barbacoas, carreras de regatas, juegos de fútbol, música en vivo, renta de kayaks, un parque de perros y todo en perfecta armonía con la naturaleza.

Sebastian rentó un kayak para los dos y me enseñó a remar, después lo invitaron a jugar fútbol, mientras disfruté de verlo y de echarle porras desde fuera de la cancha. Más tarde una familia nos compartió de su comida y Sebastian se ofreció a pagarles, pero ellos no aceptaron. Resultaron ser aficionados al ballet y al reconocerme se dijeron halagados de que Mila Davis compartiera comida con ellos. Nunca me ha gustado que la gente me reconozca, pero esta vez fue diferente, no me sentí avergonzada o intimidada, me sentí agradecida por su cariño, por su amabilidad y por supuesto no faltaron las fotos con la pequeña de la familia que me pidió un autógrafo. Después, Sebastian rentó un caballo para los dos porque montar yo sola me fue imposible, pero al menos accedí a montar así que me llevó delante de él rodeándome con sus brazos. Otro miedo superado y otra primera vez realmente especial, y emocionante. Al final del día caminamos por el sendero a la orilla del lago tomados de la mano y besándonos cada que nos antojó.

Apenas tengo un día saliendo con Sebastian y ya me ha hecho los más feliz posible hasta el día de hoy, tanto que siento que me duelen las mejillas de tanto sonreír

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Apenas tengo un día saliendo con Sebastian y ya me ha hecho los más feliz posible hasta el día de hoy, tanto que siento que me duelen las mejillas de tanto sonreír.

Llego temprano a la escuela, necesito hablar con Linda lo más pronto posible, así que voy decidida a su consultorio.

—¡Hola, buenos días! ¿Está la doctora? —le pregunto a su secretaria, que todavía no me responde, cuando la puerta de su consultorio se abre y me sorprende ver salir a Theresa que evidentemente finge llorar, y la doctora Linda viene detrás de ella.

—Mila, que bueno que llegas, justamente te iba a mandar llamar en este momento —expone Linda con voz ceremoniosa y no entiendo para qué querría la psicóloga mandarme llamar, pero lo que menos entiendo es por qué lo dice frente a Theresa.

Miro a Theresa con desconfianza y ella me dedica una sonrisa maquiavélica.

—Aquí estoy, dígame para que me buscaba —respondo avalentonada.

—Mila, tu compañera asegura que la agrediste en el baño y pide tu expulsión de la compañía —explica la psicóloga mirando a Theresa de forma analítica y yo la miro pasmada—, y Peter me pidió que investigara antes de tomar cartas en el asunto.

Es increíble, ella es la que me agrede y me acusa a mí de haberlo hecho yo. Estoy que echo humo por la boca y con las manos en puños, conteniéndome para no írmele encima.

—Eso no es cierto, ella fue quien me agredió a mí —me defiendo iracunda—, tengo testigos de los golpes y los rasguños que ella me infringió.

Mila, Mi Pequeña Bailarina  #PNovelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora