Capítulo 62

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Toco el cielo por segunda vez, al mismo tiempo que Sebastian parece alcanzarlo, pues luce extasiado y feliz. Y sin poder evitarlo, me pregunto porqué Sebastian con su sola presencia revoluciona mi mundo y con una sola de su celestes miradas, en la que me encanta perderme, me muestra lo que es el amor. Cómo hace Sebastian para provocar que mi respiración se detenga con sólo rozar su cuerpo con el mío y con sus besos me transporta a un universo, donde sólo existimos él y yo. Un universo donde el tiempo es eterno y no existe nadie más, donde solo laten dos corazones al mismo compas y nuestras almas danzan una melodía de amor.

Sebastian se gira en la cama y me lleva con él, quedando acostado boca arriba y yo sobre su torso; los dos sonreímos como bobos.

—Te amo Mila y he de confesarte que hacer el amor contigo fue más alucinante de lo que imaginé —declara acariciando mi espalda y besando repetidamente mis labios—. Hacer el amor contigo, mi pequeña, el explorar tu cuerpo y adentrarme en el, fue como... —Busca las palabras—. Fue como descubrir un mundo lleno de maravillas y conquistarlo solo para nosotros dos.

—También para mí fue una nueva experiencia, algo desconocido pero inexplicablemente mágico y me hace muy feliz que hayas sido tú quien me llevara a descubrir todas estas celestiales sensaciones —digo sonriendo conmovida, tomando su rostro y acariciándolo con los labios—. Te amo, Sebastian, te amo tanto, que cuando estoy contigo no importa nada más. Te amo tanto, que me asusta.

—¿Por qué te asusta Mila? —pregunta buscando mi mirada.

—Porque tú me provocas tantas cosas, enciendes tantas emociones, muchas desconocidas para mí y hacer el amor contigo fue bastante... —dudo también buscando las palabras exactas—Intenso. Fue como si me acariciaras el alma y fundieras la tuya con la mía, y ahora fueras parte de mí, y me aterra la idea de perderte, porque sería como si me arrancaran el alma y el corazón.

—Tú nunca me vas a perder Mila, al menos no mi amor —suspira antes de continuar—. Pequeña, no sé lo que nos depare el destino, pero tengo la certeza de que te amaré por siempre, te lo juro —me promete mirándome con verdadero amor y de la misma forma lo miro, haciéndome feliz con su declaración.

—Yo también Sebastian, juro que te amaré por siempre —le prometo recostando mi cabeza en su pecho y él me envuelve en sus brazos.

—Que idiota soy, ni siquiera te invité a cenar primero —dice con divertida mortificación.

—Créeme, el hambre que tenía no era de comida —expreso ruborizándome hasta las orejas.

—¿Ah no? —pregunta divertido, buscando de nuevo mi mirada.

—No, lo único que me apetecía, eras tú. Así, tocándome, acariciando mi cuerpo y mi alma. Me apetecía que me llevaras al cielo —confieso dejando de lado mi vergüenza.

—¿Y lo logré Mila? ¿Te llevé al cielo?

—Me llevaste al cielo y más allá, Sebastian —admito con las emociones a flor de piel—, me llevaste a tocar las estrellas y la gloria. Nunca imaginé que el acto sexual, el que a veces puede resultar perverso, pudiera ser una experiencia extrasensorial, algo espiritual.

—¡Ah! Pero eso es porque lo hicimos con amor, porque involucramos nuestros sentimientos y no solo los sentidos —me explica—. ¿Sabes Pequeña? También fue mi primera vez haciendo el amor —confiesa besando mi cabello y acariciando mi espalda. Intrigada por su confesión, ahora soy yo quien busca su mirada—. Sí Mila, ya sé que he tenido relaciones mil veces, pero nunca antes involucré mis sentimientos —me aclara, haciéndome todavía más feliz.

—¿Ni siquiera con Theresa? Ella fue tu primer amor. ¿No? —indago mortificada.

—Theresa fue mi novia, cierto, pero nunca la amé y ni siquiera fue mi primera novia. Mi primera novia fue en la secundaria, pero nunca llegamos a nada —me cuenta con tranquilidad y agradezco su confianza—. En realidad mi primer amor, creo que fue mi maestra del prescolar —me cuenta entre risas.

Mila, Mi Pequeña Bailarina  #PNovelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora