Capítulo 43

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La semana transcurre sin apiadarse de mí, me parece tan larga, que me parece un martirio sin fin. Duermo toda la mañana, bailo por la tarde y tengo insomnio por las noches. Me he obligado a comer para no preocupar a mis amigos, pero no logro mantener todas las comidas en mi estómago.

Sigo sin tener noticias de Sebastian, lo que me mantiene en una profunda depresión, apenas hablo y no salgo a ningún lado.

Nikolai sigue insistiendo en sus invitaciones y en sus regalos, pero no acepto más nada de él. Incluso vino a buscarme a la habitación estando yo sola, pero cuando vi que era él quien tocaba a la puerta, no le abrí y me encerré en la habitación y después en el baño.

Hoy es la última presentación de la compañía en Melbourne y al día siguiente partimos de regreso a New York, así que me esfuerzo por dar mi mejor actuación.

De nuevo el público queda gratamente complacido con la presentación. Al cerrar el telón corro al camerino y cuando entro, me encuentro con Nikolai dentro.

—Nikolai ¿Qué haces aquí? —Él está recargado en el peinador y me mira de forma lasciva.

—Esperándote, has estado evadiéndome —comenta un tanto molesto.

—Perdóname, pero no me he sentido bien estos días —me excuso desde en la entrada con la puerta abierta.

—Que raro, pero si has bailado magníficamente —observa, mientras camina hacia mí lentamente, como un felino cuando está por atrapar a su presa, los nervios me delatan cuando empiezo a retroceder—. ¿Qué pasa Mila, acaso me temes?

—No —niego intentando parecer impasible.

—Entonces. ¿Por qué me rehúyes? —me exige—. Mi pequeña Natasha ha estado muy triste, porque su única amiga, no quiere verla más —menciona bajando la voz. Se detiene junto mí y con su dedo índice acaricia la piel desnuda de mi hombro, yo estoy completamente paralizada. No sé porqué, pero Nikolai me hace sentir mucho miedo cuando estoy a solas con él.

—Ya te dije, no me he sentido bien y no me refiero a físicamente, he estado un poco deprimida, no tengo ganas de salir, ni de hablar con nadie.

—¿Problemas en el paraíso? —me cuestiona con ironía, su pregunta me intriga y busco su mirada.

—No sé a que se refiere —respondo sin tutearlo más, para poner distancia entre nosotros.

—A que, si tú y tu novio están distanciados —insinúa con malicia.

—Ese no es asunto suyo —respondo con firmeza.

—No me digas. ¿Te fue infiel? —insiste en sus insinuaciones.

—Discúlpeme Sr. Koloskova, pero le voy a pedir que no intervenga en mis asuntos. Ahora sí me permite, déjeme sola para que pueda cambiarme —le pido, mostrándome lo más serena posible. Él me rodea y se para frente a mí, tan cerca que siento el calor de su cuerpo.

—Hoy es tu última noche en Australia, dime que aceptarás ir a cenar conmigo y claro con Natasha —me ruega con voz gentil, pero percibo amenaza en sus palabras.

—Lo siento, pero de verdad no puedo. Todavía tengo que ir hacer maletas, partimos temprano en la mañana —me justifico. Él cierra los ojos molesto, pone sus manos en puños conteniendo su enojo y respira pronfundo.

—Mila, te lo pido como un gran favor, haz a mi pequeña feliz, sola una vez más —vuelve a pedir, pero con advertencia en su mirada.

—De verdad no puedo —repito, Nikolai vuelve a cerrar sus ojos y muestra un gesto de molestia, vuelve a respirar pesadamente y forza una sonrisa.

Mila, Mi Pequeña Bailarina  #PNovelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora