Abro mis ojos y estoy aturdida, no sé donde estoy. Miro a mi alrededor y al recordar que estoy en la habitación de Sebastian, me incorporo enseguida.
Él está sentado a mi lado con su laptop en las piernas y me mira preocupado. Lleva una pijama de short y una camiseta.
—Eh pequeña, por fin despiertas —me saluda con una pequeña sonrisa.
—¿Qué horas son? —pregunto confundida.
—Las 10 —me informa e impulsivamente miro hacia la ventana y veo que es de día, después lo miro a él aterrada.
—Pero es de día —señalo alarmada.
—Mila anoche tuviste fiebre, traté de despertarte pero no pude, temblabas y delirabas. Vino el médico y te inyectó unos medicamentos, recomendó reposo y un tratamiento de antibióticos... —me cuenta y yo lo miro con incredulidad.
—¡No, no, no, mi madre me matará! —expongo con angustia y trato de levantarme, pero me mareo y con terror me percato que solo llevo una camiseta de Sebastian y mi ropa interior.
—Mila espera, no estás bien. Tu madre cree que te quedaste a dormir con Sarah —me explica mientras vuelve a recostarme y me cubre con el edredón.
—¿Tú me desvestiste? —le pregunto horrorizada.
—Sí —afirma y yo lo miro desconcertada—, el doctor ordenó que te quitara toda la ropa posible —me explica con voz serena y yo cierro los ojos con dolor—, pero te juro que no vi nada, ni te toqué inapropiadamente —me aclara Sebastian con desesperación.
—¡Dios! —Cubro mi rostro, no puedo creer que todo esto me esté ocurriendo.
—Mila por favor confía en mí, jamás haría algo en contra de tu voluntad. Estás enferma, no creerás que me aproveché de tu condición —manifiesta con indignación y confío en Sebastian, sé que él me respetó y no me tocó, pero me angustia saber que me vio desnuda y vio mi horrible cuerpo.
—No, claro que no lo creo —le aseguro—, es solo que no puedo creer que me pasen tantas cosas. Tengo que ir a clases, ya voy tarde, ahora sí perderé mi papel —digo intentando de nuevo ponerme de pie, pero él vuelve a detenerme.
—No Mila, no irás. Hablé con Peter y le expliqué la situación, él doctor Williams dará fe de todo —dice con voz firme.
—¿El doctor Williams? —pregunto con angustia.
—Sí, vino enseguida apenas le hablé, estaba muy preocupado, temía que la infección no cediera. Estuvo aquí un par de horas, hasta que la fiebre bajó con lo que él te inyectó y las compresas frías.
—Sebastian, pero tampoco fuiste a clases, no puedes detener tu vida por mí, no debes.
—Mila, no iba a dejarte sola —asevera con firmeza—. Vamos, recuéstate trata de dormir un poco más —me ordena—, yo bajaré a prepararte algo de desayunar.
—No tengo hambre, gracias —lo rechazo.
—Mila desayunarás —me advierte con severidad—. ¿No te das cuenta que todo esto que te está pasando es porque no te has estado alimentado correctamente? Además anoche tampoco cenaste.
—Tienes razón, ya no quiero estar enferma, no puedo faltar a clases o quedaré fuera de la compañía —accedo con tal de que me deje volver a la compañía y él niega molesto.
—Ahora vengo —dice antes de bajar corriendo por las escaleras.
Me acurruco en la cama, mil dudas se me vienen encima. ¿De verdad mi madre creería que me quedé con Sarah? ¿Peter no me quitará el papel principal, cuando vea que tengo tantas complicaciones? ¿Sebastian seguirá amándome a pesar de ser una carga para él y después de ver el horroroso cuerpo que tengo? Cubro mi rostro con incertidumbre. ¡Dios! ya no quiero pensar, solo hace que me duela el estómago. Cojo la almohada de Sebastian y la abrazo fuerte contra mi estómago, y con grata sorpresa, me doy cuenta que huele a él. De pronto siento calma, me siento tranquila, creo que bien podría mudarme a su cama y vivir solo con su aroma, con su sexy sonrisa y con sus hermosos ojos del color del cielo que me miran con devoción.
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Mila, Mi Pequeña Bailarina #PNovel
Teen FictionSINOPSIS: El ballet es mi redención, donde encuentro la calma que me ayuda a sobrellevar todo aquello que atormenta mi vida. Dicen que soy la mejor, y he luchado para que así sea; el cuento de hadas, solo vive en el escenario, cuando me levanto sobr...