Capítulo 4

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Vamos a los centros comerciales y compro de todo, minifaldas, pequeños shorts, pantalones ajustados, mini vestidos y hermosas zapatillas, que mi madre desaprobaría. Puede que ni siquiera pueda ponérmelos, pero me entusiasma la idea de que Sebastian me vea usándolos. Tampoco tengo idea de donde me llevaré todo eso, supongo que tendré que comprar una maleta. Sebastian me ayuda a elegir mientras le modelo y me toma miles de fotos. Después vamos a un restaurante y me doy gusto con la comida, hasta postre pido.

Sebastian me enseña las fotos en su cámara y no sé si soy yo o él es un excelente fotógrafo, pero creo que salgo bien en ellas y por primera vez me siento bonita. Lo que me da otra percepción a la que tengo de mi cuerpo... de pronto soy consiente que estos días que he pasado con Sebastian, no he caído en los ataques de ansiedad de comer compulsivamente para después inducirme el vómito. De hecho, tan siquiera he pensado en eso, hasta este momento en que estoy viendo las fotos y que me obliga a pensar en dejar lo que queda de mi postre.

—¿No te terminarás eso? —dice Sebastian, apuntando a mi plato.

—No, creo que ya comí suficiente —respondo, y él asiente pensativo.

—Mila, tengo días queriendo preguntarte algo.

—¿Sí? —espero por su pregunta.

—¿En realidad amas el Ballet? —me interroga con gesto serio.

Yo bajo la mirada, lo pienso unos segundos y no encuentro respuesta, después regreso mi vista a él.

—No lo sé —respondo alzándome de hombros, él me mira inconforme con esa respuesta, continúo—. Las demás bailarinas dicen todo el tiempo que el ballet es su vida, esta es mi vida desde que tengo uso razón, no conozco otra forma de vida.

—Pero eso no es amor —me reta, yo de nuevo me alzo de hombros mostrando indiferencia—. ¿Realmente el ballet es algo que quieres hacer? —insiste cuestionándome.

—No lo sé, creo que sí —respondo angustiada, odio hablar del ballet, odio que todos me hablen de ballet.

—¿Cómo no lo vas a saber? Dime. ¿Hay algo más que te gustaría hacer? —Sebastian persiste en su interrogatorio.

—En realidad, sí. Muchas —admito.

—¿Ah si? ¿Cómo cuáles? —indaga mostrando interés.

El pensar en lo que me gustaría hacer, hace que mi rostro se ilumine y el de Sebastian al verme también.

—Me gusta dibujar y soy muy buena, me gusta la química y también soy buena, amo la lectura, si pudiera creo que escribiría novelas románticas, aunque no sé si tenga el talento. También me gustan mucho los animales, pero mi madre nunca me ha dejado tener una mascota. —Mi rostro se ensombrece al nombrar a mi madre.

—¿Te gustaría dedicarte a alguna de esas cosas en el futuro? —pregunta entusiasmado.

—Por supuesto. Sueño que soy diseñadora o química fármaco bióloga y encuentro una cura para el cáncer, o tal vez una famosa y apasionada escritora de novelas románticas o veterinaria, aunque eso me da un poco de miedo — entusiasmada le cuento mis sueños con una gran sonrisa.

—¿Por qué? —pregunta divertido.

—Porque nunca he tenido un animal en mis manos.

—¿En serio? —pregunta con incredulidad.

Asiento frunciendo el ceño.

Sebastian vuelve a mirarme pensativo y sé que quiere decirme algo más. Yo espero y lo miro con curiosidad—. Mila, creo que deberías hacer lo que quieres, lo que a ti te gusta. Lucha por tus sueños o los demás te impondrán los suyos, como lo está haciendo tu madre. La vida es muy corta como para desperdiciarla haciendo lo que los demás quieren, en lugar de lo que realmente queremos. Si no luchas por lo que quieres te arrepentirás el resto de tus días por no haberlo hecho —expone un poco severo.

Mila, Mi Pequeña Bailarina  #PNovelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora