Capítulo 10

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Es de madrugada, todavía el sol no hace su aparición y ya estoy despierta en mi cama mirando al techo, con mi vista fija en el pequeño punto que lo mancha, es tan pequeño que nadie lo notaria, pero yo llevo noches enteras observando el techo de lado a lado.

De nuevo las pesadillas me despiertan, pero esta vez fue diferente. En mi sueño Fabienne me arrebata de los brazos de Sebastian y él no puede hacer nada para rescatarme del daño que me hace. La realidad del sueño me golpea, atormentando mi alma.

Sin hacer ruido, cojo ropa y entro al baño a vestirme. Después voy al salón de baile y pongo música con el volumen bajo y me dejo llevar por Tchaikovsky con el solo de Odette en el lago de los cisnes. Bailo unas tres horas aproximadamente, hasta que la voz del señor de la limpieza me detiene.

—Disculpe señorita, pero necesito limpiar el salón —me dice el hombre un poco apenado.

Yo asiento y avergonzada, apago la grabadora y recojo mis cosas.

Regreso a la habitación, cuando entro me encuentro a Sara y a Olivia que ya están vestidas.

—¿Donde estabas? —pregunta Olivia.

—¿No es obvio? Estaba bailando —responde Sara por mí.

—Bajaremos a desayunar, apúrate te esperamos —me ordena Sara.

La miro con incredulidad, pero no respondo, busco ropa en mi cómoda y voy hacia el baño. Diez minutos después, salgo bañada, vestida y con el cabello suelto para que se seque solo.

—¿Estás lista? —me pregunta Sara.

Asiento, cojo mi bolso y bajamos al comedor.

Apenas entramos, mis compañeros se ponen de pie y aplauden mirándome, yo no entiendo nada. La única que no aplaude y me mira con desprecio es Maddie.

Elizabeth y los profesores se acercan a mí y me abrazan, pero yo sigo sin entender nada.

—¿Qué pasa? —pregunto consternada.

—Pasa que la portada de los diarios están dedicadas a ti y dicen que eres la próxima Svetlana Zakharova. —me explica Sara con una sonrisa de orgullo.

Yo solo la miro sin poder creerlo, por supuesto que me halaga que me comparen con la gran bailarina rusa, pero de eso a que de verdad lo sea, hay una gran diferencia.

Agradezco con incomodidad a todos los que se acercan a felicitarme.

—¡Woao Mila, que emoción! —expresa Olivia que no deja de mirar el periódico donde aparece mi foto en primera plana.

—¿No estás contenta? —me pregunta Sara, yo levanto los hombros con indiferencia.

—Claro que me halaga que me comparen con la talentosa bailarina rusa pero no me gusta tanta atención.

—Yo en tu lugar estuviera como loca brincando por toda la escuela —comenta Olivia con entusiasmo.

—Tal vez por eso Dios no te dio el talento a ti, que le dio a Mila. Si no, nos volverías locos a todos —se burla Sara y Olivia ríe.

Mila, Mi Pequeña Bailarina  #PNovelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora