Capítulo 21

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De nuevo despierto exaltada, parece ser que a las pesadillas no les interesa si estoy feliz o no, ellas siguen haciendo su aparición recordándome que el miedo sigue viviendo dentro mí. Estoy empezando a creer que la amenaza que Fabienne me hizo esa noche se ha hecho realidad. Él dijo que si decía algo volvería para hacerme lo mismo y no sería amable, pues es lo que hace cada noche, no lo hará físicamente, pero todas las noches se mete en mis sueños y vuelve a lastimarme, y como dijo no es amable, cada vez me lastima más y cada vez me hace sufrir más, y más.

Las dudas regresan nublando mi gran felicidad, viniendo a derrumbar toda la seguridad que Sebastian me regaló este día, el estómago duele, así que voy al baño y devuelvo la cena, que antes no había pensado devolver, pues la ilusión que sentía era tan grande que me olvidé por completo de mis complejos y de mis miedos, simplemente me olvidé de vomitar, pero después de soñar con Fabienne atacándome de nuevo, las nauseas regresan, al igual que los miedos y la culpa.

Me quedo por horas mirando el techo, ese techo que por un momento creí no volvería a mirar de esta forma, buscando en él alivio a todos mis tormentos y respuestas a todas mis dudas. La duda de que mi relación con Sebastian de verdad funcione, de que pueda entregarme a él de todas las formas posibles, de la misma forma en la que le estoy entregando mi corazón.

* * * * * * * *

El despertador suena insistente, pero no puedo ni moverme, mi cuerpo se siente pesado y me duele cada músculo en él. Hoy cumplo una semana de ser novia de Sebastian, una semana en la que he vivido momentos muy felices a su lado y ensayado intensamente con Jason, y Peter. Todos los días Sebastian, ha venido por mí para acompañarme a la compañía, me visita a la hora del almuerzo y come conmigo, y mis amigos, que ahora también son amigos de él. Va por mí a la salida, espera a que termine de practicar y me lleva a cenar, para después dejarme en casa extasiada de felicidad.

También pasamos el fin de semana juntos, el sábado me llevó de nuevo a la pista de autos para seguir con las clases de manejo, por cierto ya lo hago mucho mejor y ayer disfruté de su compañía en Central Park, donde caminamos por horas recorriendo el hermoso parque, disfrutando del ambiente de fiesta que se vive en el lugar durante los fines de semana y por el verano que es cuando más turistas hay.

No obstante apenas entro a casa, mi madre me recuerda que no debería cenar, me recuerda que a las gordas nadie las quiere y lo poco que lo importo, orillándome siempre a vomitar toda la cena.

No he vuelto a desmayarme otra vez, sí me he mareado un par de veces, bueno más, pero no se lo he dicho a nadie para no preocuparlos. Las pesadillas tampoco dan tregua y siguen presentándose todos los días dejándome descansar prácticamente nada.

Hoy Sebastian no vendrá por mí, pues hoy tiene un examen muy importante en la universidad y tal vez sea por eso que no tengo muchas ganas de levantarme, porque verlo por las mañanas se ha convertido en mi más grande aliciente para saltar de la cama, pero al menos prometió invitarme a almorzar.

—Mila. ¿No apagarás la alarma? Se escucha hasta mi habitación —me dice Sasha que entra a mi habitación y se sienta a mi lado. Yo apenas la miro y le sonrío, no la veo desde hace más de una semana, pero vuelvo a cerrar los ojos—. Mila, despiértate, llegarás tarde a tus clases.

—Ahorita ratón, solo dame cinco minutos más por favor —le ruego acurrucándome más en la cama.

—Mila ya pasaron los cinco minutos —vuelve hablarme Sasha, creo que me quedé bien dormida y me siento tan cansada, que no tengo idea como haré para bailar.

—Hola ratón, gracias por despertarme —la saludo forzándome a abrir los ojos—. Te extrañé —le digo recostándome de lado y apoyando mi cabeza sobre sus piernas para mirarla—. ¿Cómo te fue con papá?.

Mila, Mi Pequeña Bailarina  #PNovelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora