Capítulo 68

5.3K 318 57
                                    

—Como quisiera poder hacerte el amor ahora mismo —me dice Sebastian mientras limpia mis lágrimas y me mira con deseo—, pero de verdad necesito regresar a Boston con mi abuela —agrega mirando su reloj—. Por favor di que vendrás conmigo —me pide tomando mis manos entre las suyas.

—¿De verdad todavía quieres que te acompañe? —pregunto mortificada.

—¿Por qué ya no querría que me acompañaras?

—No sé, pensé que después de la escena que te acabo de armar, lo que menos querrías es verme. Perdóname, de verdad soy una tonta —me disculpo realmente avergonzada, mientras acaricio su mejilla enrojecida por la bofetada que le propiné. Él sonríe con ternura.

—Lo siento, pero en esto no voy a contradecirte. Cierto, eres muy tontita por pensar que no te quiero —dice estrujando mi nariz entre sus dedos—, cuando te has convertido en mi vida entera —confiesa mirándome con devoción y en realidad sigo sin entender cómo pude desconfiar de él.

—De verdad creo que no te merezco —digo rodeando su cintura y recargando mi cabeza en su pecho.

—Claro que me mereces. Tú mereces la luna y las estrellas, tú lo mereces todo Mila, solo es cosa de que lo creas. Pero te entiendo, yo también me he preguntado mil veces que debí haber hecho algo muy bueno para merecer tu amor —expresa estrujándome entre sus brazos y besando mi cabello.

—Todo tú, eres bueno, Sebastian. Todavía no entiendo como creí todas esas barbaridades de ti.

—No te creas Mila, yo no soy tan bueno como crees o al menos antes de conocerte no lo era. Pero aunque es cierto que he sido un chico malo, un mujeriego y un arrogante, nunca he sido el monstruo que esa libreta muestra. Yo jamás me referiría así de una mujer, para mí ustedes son la creación más maravillosa que Dios creó. Son tan frágiles y a la vez tan fuertes, son capaces de dar vida, incluso la suya propia por un hijo y si a alguien respeto es a ustedes, las mujeres.

—Lo sé, siempre lo he sabido y no entiendo porque lo dudé por un momento.

—Yo si sé, pero te parece si lo platicamos en el camino.

—Claro, dime. ¿Qué llevo? —pregunto apenada por entretenerlo más.

—Con un par de cambios estará bien y algo con que cubrirte porque ya comienza a hacer frío —dice mientras toma mi mano y me dirige escaleras arriba.

Los dos preparamos un bolso con algo de ropa, algunos objetos de higiene personal y salimos a toda prisa.

Como había dicho, Sebastian vino por mí para visitar juntos a su abuela hospitalizada. Vamos en su auto, él maneja a la máxima velocidad permitida, pero no sin antes asegurarse que me haya puesto el cinturón de seguridad.

Vamos escuchando música y de vez en cuando me dedica una sexy sonrisa y toma mi mano entre la suya, besándola a ratos.

Yo lo observo desde mi asiento, Sebastian luce preocupado más sin embargo se da tiempo para prodigarme amor y besar mi mano cada que puede. Todavía no puedo creer que estuve a punto de perderlo por mis tontas inseguridades y estoy decidida a que las dudas no vuelvan a interferir entre nosotros.

De ahora en adelante, cada que tengamos un mal entendido y antes de salir corriendo, trataré de que podamos solucionarlo, pero mis dudas y mi desconfianza no volverán a ser motivo de pleito ni mucho menos una razón para separarnos.

—¿Vas bien? —pregunta mirándome de reojo con curiosidad— vas muy pensativa.

—Estoy bien, solo pensaba en lo afortunada que soy al tenerte —confieso tomando su mano derecha y besando sus nudillos—. Estoy segura que cualquier otro me hubiera mandado al diablo desde la primera vez que me volví loca y me encerré en tu baño.

Mila, Mi Pequeña Bailarina  #PNovelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora