Una suave voz hace que me despierte, pero no abro los ojos, no quiero despertar, quiero seguir durmiendo por siempre. Sebastian esta acostado a mi espalda abrazándome desde atrás y no quiero que me suelte nunca.
—¡Hola! ¿Cómo sigue Mila, cómo paso la noche? —dice Sara en un susurro.
Sebastian se incorpora.
—Hola Sara —responde Sebastian en voz baja—. Mal, después de la llamada de su padre, lloró por horas —le cuenta.
—¿Qué? De haber sabido ni le paso la llamada. ¿Qué pasó? —expresa Sara exasperada, intentando no alzar la voz.
—No sé, lo único que entendí, es que el Sr. Davis estaba enojado y no vendría a verla —le hace saber Sebastian.
Finjo que duermo pero no puedo evitar que las lágrimas vuelvan a salir y controlo los sollozos para que no me delaten.
—¡Grrr! No puedo creerlo. Pobre de mi amiga, no en vano carga con tantas cosas —gruñe mi amiga.
—¿De que hablas? ¿Qué cosas carga Mila? —la cuestiona Sebastian.
La angustia de que Sara le cuente mis cosas, detienen mi respiración por unos segundos. Sara guarda silencio, sé que no sabe que decir, me limpio las lágrimas y abro los ojos.
—¡Hola! —Me incorporo a Saludarla y evitar que sigan hablando de mí.
—¡Hola! —responde sonrojada, sabe que no debió hablar de mis cosas.
—Buenos días pequeña. ¿Cómo te sientes? —Sebastian regresa a mi lado y toma mi mano
—¡Mejor, gracias! —respondo mirando fijamente a Sara y ella a mi.
—Sebastian. ¿Podrías conseguirme un poco de agua? —le pido.
—Por supuesto, ahorita vengo. —Sebastian, besa mi frente antes de salir de la habitación.
—Te lo ruego Sara, no le cuentes de mis cargas a Sebastian —le imploro con angustia.
—Lo sé, perdóname se me salió. No era mi intención. —Se sienta a mi lado y me abraza.
—¿Cómo estás? —pregunta.
—Mal, me siento muy triste, mi padre cree que todo esto es un capricho. Me dijo que no podía dejar un importante negocio por un capricho mío. —Los sollozos regresan.
—Lo siento, no debí pasarte la llamada, solo debí decirle que estabas durmiendo —se disculpa, yo niego.
—Esto no es tu culpa.
—Aquí está el agua, pequeña —Sebastian irrumpe en el cuarto, limpio mis lágrimas rápidamente. Él se sienta mi lado, pone el vaso en el buró y toma mi mano.
—¿Qué pasa? No Mila, por favor ya no llores, odio verte así, tan triste —me ruega y me mira suplicante.
—Perdóname, te juro que yo tampoco quiero llorar, pero no puedo controlarlo —le digo tratando de no llorar más.
Sebastian me estruja entre sus brazos y Sara me mira con lástima. Tocan a la puerta y segundos después entra una mujer con una charola con mi desayuno. Sara acerca la mesa, Sebastian me suelta y me ayuda a acomodarme para que coma.
—Por favor comete todo, ayer no cenaste nada —me pide Sebastian.
—¿Que? ¿Por qué no cenaste? —me regaña Sara.
—Ya sabes, después de la llamada de su padre... —Sebastian responde por mi, yo bajo la mirada avergonzada, apenada por que Sebastian se entere de que ni mis padres me quieren.
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Mila, Mi Pequeña Bailarina #PNovel
Teen FictionSINOPSIS: El ballet es mi redención, donde encuentro la calma que me ayuda a sobrellevar todo aquello que atormenta mi vida. Dicen que soy la mejor, y he luchado para que así sea; el cuento de hadas, solo vive en el escenario, cuando me levanto sobr...