Hoy es mi segundo día en este lugar y comienza muy temprano, lo que no es problema para mí porque siempre me levanto temprano. Aunque de nuevo las pesadillas me despertaron a media noche, logré conciliar el sueño casi inmediatamente.
Voy a las regaderas y para mí suerte no encuentro a nadie ahí, lo que quiere decir o que es muy temprano o que ya voy tarde.
Estoy empezando a vestirme y lo hago por debajo de la toalla para que nadie me vea desnuda, pero siento como alguien me jala la toalla de forma brusca, y mi primera reacción es cubrir mi cuerpo con mis manos, que aunque ya llevo puestas las bragas, todavía no me ponía el sostén.
Verónica y sus amigas me observan con detenimiento y de forma repulsiva.
—Que les dije, ella es de las cerdas —su comentario me lastima, pero no me dejo amilanar.
—¿Que es lo que te pasa? ¿Por qué no me dejas en paz de una buena vez? —le grito arrebatándole la toalla.
—Pues a mí me parece Ana —dice una de ellas y no entiendo que es lo que quieren decir.
—Claro que no, ella es mía —discuten entre ellas, mientras me siguen observando de forma... ¿Rara? Esa es la palabra, no entiendo por qué me observan así.
—Mi nombre es Mila, ni Ana, ni Mía —discuto, las cuatro chicas ríen en tono de burla.
—¿En serio? Ni siquiera sabes de lo que hablamos —se mofan de mí.
—Tal vez ella está aquí por otra razón —comenta una de las chicas.
—Yo insisto en que es Ana —dice la otra.
Ellas siguen hablando de mí como si yo no estuviera ahí y yo sigo sin entender de que hablan.
—A ver tu, cerda, respóndenos. ¿Eres Anoréxica o Bulímica? —me cuestiona Verónica.
Primero las miro un poco desconcertada, después entiendo todo. ¿Así que a eso se referían? —¡Responde! —me ordena Verónica.
—No lo sé, creo que ambas —respondo con voz apenas audible.
—¿Cómo no vas a saberlo? —Las miro sin saber que más decir, pero además creo que no tengo porque responderles, así que tomo mis cosas.
—No tengo porque responderles. Y les advierto que no voy a permitirles que vuelvan a meterse conmigo. ¿Me escucharon? —les gruño en la cara y mirándolas con ira, para dejarles claro que no permitiré más sus abusos; se supone que estoy aquí para mejorar mi autoestima, no para que me la destruyan más. Doy media vuelta y salgo del baño, dejándolas con la boca abierta.
—Tiene agallas la princesita —comenta una de ellas.
—Que no es princesita —alega Verónica.
—Claro que sí, no oíste que dijo que era ambas cosas. —Las oigo discutir sobre mí, antes de salir del baño e ir a mi habitación a terminar de vestirme.
Cuando llego, encuentro a una señora de intendencia limpiando la pintura de mi puerta, junto con una enfermera.
—¿Puedo pasar? —les pido permiso para que me dejen entrar.
—¿Tu debes ser Mila, cierto? —me pregunta la amable enfermera.
—Sí.
—Siento mucho lo de la puerta. Yo soy Milly y soy la enfermera de la mañana de esta área. Lo que necesites no dudes en pedírmelo.
—Gracias enfermera Milly.
—Con Milly es suficiente. Anda ve a vestirte para que vayas al comedor a desayunar. —Asiento y entro a vestirme.
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Mila, Mi Pequeña Bailarina #PNovel
Teen FictionSINOPSIS: El ballet es mi redención, donde encuentro la calma que me ayuda a sobrellevar todo aquello que atormenta mi vida. Dicen que soy la mejor, y he luchado para que así sea; el cuento de hadas, solo vive en el escenario, cuando me levanto sobr...