Capítulo 24

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Llegamos a casa y tan pronto como entramos, mi madre cuestiona mi presencia en casa.

—¿Qué haces aquí? ¿Por qué no estás en clases? —Ni si quiera la miro y sigo de largo.

—Mila está enferma, Peter la mando a casa a descansar —le informa Sarah.

—¿De qué estás enferma? —sigue interrogándome mi madre, pero no hablo, no tengo ganas, solo bajo la mirada y sigo caminando.

—Mila tiene fiebre —le responde Sarah por mí.

—Mila puede practicar con fiebre, ya lo ha hecho antes —alega mi madre.

—Sarah, gracias por acompañarme —le agradezco con voz apenas audible y ella asiente.

—Qué te mejores, por favor cuídate y no olvides tomar tus medicamentos —me recomienda y ahora soy yo la que asiento sin mirarla, mientras subo las escaleras.

—¡¿Mila a dónde crees que vas?! ¡Milaaa! —grita mi madre enfurecida—. ¡Baja ahora mismo y regresa a la escuela! —me ordena con severidad—. ¡¿No te das cuenta que perderás el papel principal?! —protesta encolerizada, pero yo sigo hasta a mi habitación sin hacer caso a sus gritos. No me importa perder el papel, por mí que se lo den a Megan; ahorita mismo no me importa nada, ahorita lo único que quiero es poder sacar a Sebastian de mi cabeza—. ¡Milaaa! —Vuelve a gritarme mi madre.

—Señora, por favor déjela en paz, Mila se desmayó en la escuela, por eso Peter la mandó a casa —la enfrenta Sarah.

Ya no escucho más porque cierro la puerta de mi recámara y derrotada, me dejo caer en la cama. Tengo frío, así que me meto bajo las cobijas, me hago un ovillo y continuo llorando.

No puedo sacar de mis pensamiento su triste mirada; el recuerdo de Sebastian con lágrimas en sus hermosos ojos azules me rompe él corazón.

—¿Mila? —me habla Sasha que toca a la puerta, pero no le respondo, tengo un nudo en la garganta, que me impide hablar—. Mila. ¿Estás bien? —pregunta mi hermanita, que entra y se sienta a mi lado, yo niego—. ¿Por qué lloras? ¿Tan mal te sientes? —vuelve a preguntar y yo asiento. Sí, me siento muy, muy mal, me siento fatal, siento que muero, pero no por la fiebre, siento que muero porque de nuevo dejé ir a Sebastian—. Mila, estás muy caliente —dice Sasha cuando toca mi frente—. Ya no llores, por favor —me pide acariciando mi cabello de forma maternal. Yo niego, limpio mis lágrimas y fuerzo una sonrisa para no preocupar a mi hermanita—. Tienes que aliviarte, para que el sábado podamos ir a Coney Island con tu novio —me recuerda.

—Ya no tengo novio —le digo conteniendo los sollozos.

—¿Por qué? No me digas que te engañó el muy... —Niego antes de que termine la oración.

—No, yo terminé con él —le cuento.

—¿Pero por qué? ¿Ya no lo quieres? —me pregunta decepcionada.

—Lo amo, lo amo más que a mi vida —declaro en un sollozo.

—Lo amo, lo amo más que a mi vida —declaro en un sollozo

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Mila, Mi Pequeña Bailarina  #PNovelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora