Llegamos al consultorio del doctor, pero su secretaria no está en su escritorio así que tocamos a la puerta.
—Adelante —nos dice desde adentro, Sebastian abre la puerta y me deja pasar primero.
—Buenas tardes doctor Williams —saludo.
—Siéntate. ¿Mila Davis, cierto? —pregunta el médico y yo asiento, él mira con curiosidad a Sebastian.
—Él es Sebastian, un amigo —lo presento—. Quiso acompañarme, espero que no sea problema.
—No Mila, al contrario, me parece estupendo que alguien te acompañe y se asegure que estés bien y que si necesitas tratamiento, se encargue de que lo sigas al pie de la letra —menciona el doctor y yo asiento preocupada, creo que me estoy arrepintiendo de haber aceptado que me acompañara—. Bien. ¿Te hiciste los análisis que te ordené?
—Sí, aquí están —le responde Sebastian, extendiéndole el sobre con los resultados. El Doctor lo abre y los estudia detenidamente, mientras esperamos unos incómodos minutos en silencio.
—Mila, los estudios confirman lo que ya te había dicho, tienes una severa anemia, tus glóbulos blancos están bajos, pero además estás deshidratada, tus electrólitos están completamente descontrolados y tu potasio es muy bajo, eso podría explicar tus desmayos. Sé que no te has estado alimentando bien, la Doctora Linda ya me informó de tu problema. —Sebastian me observa intrigado, mientras yo me revuelvo nerviosa en mi asiento y ruego en silencio que el doctor no hable de "mi problema", además pienso reclamarle a la psicóloga. Ella me aseguró que nadie más sabría lo que hablamos en terapia.
—¿Problema? ¿Qué Problema? —pregunta Sebastian, yo le ruego al doctor con la mirada, que no diga nada y él estudia mi reacción.
—Eh... he estado algo nerviosa, con todo esto de los papeles principales, casi no he podido pasar alimento —respondo antes de que el doctor lo haga tratando de controlar el temblor en mi voz y Sebastian no se percate de mi nerviosismo.
—Joven. ¿Podría salir unos minutos? —le pide el médico a Sebastian—. Le haré un chequeo físico —le explica—, por favor podría decirle a la enfermera que pase para que me ayude con la revisión.
—Por supuesto —accede Sebastian, que se levanta y sale del consultorio, cerrando la puerta tras de sí.
—Mila, sé que no quieres que hable frente a tu amigo de tu desorden alimenticio, por eso lo hice salir, pero debes saber que tu condición física es delicada y que sino te detienes, vendrán más complicaciones, que solo mareos. —Yo niego en silencio, con la mirada perdida y lágrimas en los ojos.
—La doctora prometió que no le diría a nadie de mis problemas —exclamo en un jadeo y voz temblorosa. Sé bien que tengo un problema y que los médicos simplemente quieren que pare, como si fuera tan simple con tan solo decirlo. No entienden, que no es algo que yo controle. Siempre pensé que yo podía parar cuando quisiera y que tenía el control, pero es algo que terminó controlándome a mí.
Me siento traicionada por la doctora, como podré ahora contarle sobre lo que me hizo Fabienne, si no confío en ella y no tengo la seguridad de que no se lo contará a alguien más.
—Mila entiende, la doctora está muy preocupada por ti, ella sabe que no solo necesitas ayuda psicológica, también necesitas ayuda médica. Ven sube a la camilla —expone el hombre y yo titubeo, pero me pongo de pie y como autómata hago lo que él me dice. Revisa mi boca, mis ganglios, mi abdomen y mi corazón con un estetoscopio, mientras me hace preguntas.
—¿Has vomitado sangre?
—No.
—¿Has tenido dolor abdominal?
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Mila, Mi Pequeña Bailarina #PNovel
Teen FictionSINOPSIS: El ballet es mi redención, donde encuentro la calma que me ayuda a sobrellevar todo aquello que atormenta mi vida. Dicen que soy la mejor, y he luchado para que así sea; el cuento de hadas, solo vive en el escenario, cuando me levanto sobr...