Capítulo 30

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Lavo mi rostro y al mirarme en el espejo me encuentro repugnante; soy un completo desastre. No entiendo que ve Sebastian en mí, o porqué le gusto.

Entro a uno de los sanitarios e introduciendo mis dedos en la garganta, vomito lo antes comido en el consultorio de Linda.

Cuando termino de devolverlo todo, salgo a lavarme los dientes y de nuevo me encuentro examinando mi cuerpo en el espejo, pasando mis manos por mis caderas y por mi abdomen.

—¿Qué tanto te observas? —interrumpe Theresa mi introspección y la miro por el reflejo del espejo, pero no le respondo—

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—¿Qué tanto te observas? —interrumpe Theresa mi introspección y la miro por el reflejo del espejo, pero no le respondo—. No me digas que te encanta ver que eres una completa vaca, no entiendo cómo Jason puede cargarte —se burla y prometí no dejarme intimidar por Theresa, pero lo que dice me lastima y hace que siga analizándome en el espejo confirmando lo que ella me dice.

Cierro los ojos tratando de controlar las lágrimas, no quiero llorar más, no delante de ella.

—Déjame en paz —digo entre dientes.

—¿O qué? ¿Me acusarás con Linda y con Peter? —ironiza mirándome desafiante.

—Yo no soy una chismosa —exclamo molesta mirándola por el espejo.

—¿Ah no? Por tu culpa me suspendieron tres días —me acusa apuntándome con el índice.

—Si te suspendieron fue por mentirosa —refuto.

—¿Qué tanto le contabas a Linda? —exige analizando mi reacción y procuro mantenerme impasible, pero me sorprende su pregunta.

—Ese no es asunto tuyo —objeto al tiempo que me giro a enfrentarla.

—¡Aaah! ¡Entiendo! —exclama mirándome de arriba abajo.

—No sé de que hablas, pero no me importa lo que creas. —Sostengo su mirada e intento salir del baño, pero ella me cierra el paso.

—No he terminado contigo.

—Pero yo contigo, sí —la afronto.

—Te lo advierto Mila, si te metes con Sebastian te juro que haré que te arrepientas toda tu vida —dice en tono amenazante.

—No te tengo miedo, así que mejor guárdate tus amenazas para alguien más —le aclaro.

—Está bien, no me creas, pero yo que tú me cuidaría las espaldas —advierte con tono mordaz.

—Por supuesto, eres tan traicionera que solo atacas por la espalda —respondo tratando de mostrar seguridad, pero ella sonríe con suficiencia y se hace a un lado para dejarme pasar.

Mila, Mi Pequeña Bailarina  #PNovelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora