Capítulo 18

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Cuarenta y cinco minutos después, Sebastian paga la cuenta, yo no termino con todo el desayuno, pero mi rubio de pesadilla o más de mis sueños, me obliga a tomarme el licuado entero y no me atrevo a contradecirlo de nuevo o no saldríamos nunca de aquí.

—Gracias por el desayuno, ahora espero que me dejes tranquila —le digo de forma despectiva, mientras me pongo de pie y tomo mi bolso, pero él me mira divertido.

—De nada, fue un placer —menciona el muy engreído, con una sonrisa juguetona.

—Adiós Sebastian —me despido fríamente, me giro para salir de ahí y de nuevo él viene tras de mí.

—Espera, ni creas que te librarás de mí tan fácilmente —me comunica siguiéndome el paso.

—¿Qué? Sebastian lo prometiste. ¿Acaso no tienes palabra? —alego mostrándome indignada.

—Sí, pero en este asunto la romperé si es necesario —declara con firmeza.

—Es necesario, no te soporto —expongo con exagerado enfado.

—Pues siento decepcionarte, pero regresaré por la tarde y te traeré los resultados de los análisis para que los vea el doctor —me notifica con cinismo.

—No es necesario, yo iré por ellos, dame el recibo —le digo extendiendo mi mano con la palma hacia arriba, él la toma y la besa. Yo lo miro exasperada, pongo los ojos en blanco, doy media vuelta y sigo mi camino hacia NYCB.

—Olvídalo, no dejaré que andes por las calles así, desmayándote por todos lados.

—Eres insoportable —protesto con impaciencia—, por Dios Sebastian. ¿Cómo crees que era mi vida antes de que tú aparecieras? ¿Acaso crees que siempre he tenido niñera?

—Creo que era muy peligrosa y con muchos riesgos, pero ahora yo cuidaré de ti, te guste o no. Me convertiré en tu sombra si es necesario, pero no te dejaré sola hasta no estar seguro de que estás bien —me advierte siguiéndome hasta la escuela.

—Pues haces muy bien tu trabajo. ¿Hasta donde me seguirás sombra? —pregunto con desdén.

—Hasta tu salón —comenta con naturalidad.

—¡Por Dios! Nunca pensé que te convertirías en un fastidio —exclamo sin siquiera verlo.

—¿Bastian? —lo llaman y no la veo, pero sé que es Theresa quien le habla, es la única que sé le dice así.

—Te hablan, "Bastian" —ironizo con exagerado sarcasmo.

—Hola Theresa —la saluda.

—¿Qué haces aquí? —le pregunta la odiosa número 2.

—Vine a acompañar a Mila a la escuela —responde mi Sebastian con naturalidad y no puedo evitar la curiosidad de ver que cara pone Theresa, por lo que él le dijo, miro por sobre mi hombro y la antipática rubia, me observa de arriba abajo, y Maddie que está junto a ella, hace lo mismo.

—Por Dios Sebastian, no puedo creer que de nuevo estés tras esa mocosa —le recrimina Maddie.

—Maddie, no empieces, déjame hacer con mi vida lo que yo quiera y espero que no te vuelvas a entrometer entre Mila y yo —le advierte Sebastian y yo sonrío complacida, y así feliz, camino hasta el salón de baile.

Todavía no ha llegado nadie, pero yo estoy lista para empezar, así que me pongo las zapatillas y comienzo con el calentamiento. Minutos después estoy practicando mis giros, cuando la voz de Jason me distrae de lo que estoy haciendo.

 Minutos después estoy practicando mis giros, cuando la voz de Jason me distrae de lo que estoy haciendo

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Mila, Mi Pequeña Bailarina  #PNovelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora