Capítulo 63

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Al salir del laboratorio, una enfermera me intercepta y me pide la acompañe para un rápido chequeo médico; también quiere que le responda algunas preguntas.

Yo afirmo con un movimiento de cabeza, seco mis lágrimas y la sigo.

—¿Cuánto pesas? —es lo primero que pregunta después de observarme de forma analítica

—No lo sé —respondo en voz baja.

—Bien, ahora lo sabremos. Por favor sube a la báscula —me indica señalándomela.

Subo a la báscula y la enfermera niega con la cabeza, pero no dice nada, solo apunta en el expediente. Después me pide que me siente, mide mi presión arterial y me hace algunas preguntas, cómo que si había consumido alcohol, algún estupefaciente o si había fumado y otras tantas preguntas más, las cuales respondo con total sinceridad y sin chistar.

Antes de regresar a la sala de espera, voy al baño a tratar de recomponerme. No quiero que Sebastian se dé cuenta que he estado llorando, pero apenas me miro al espejo, comienzo a llorar de nuevo.

Lavo mi cara repetidamente con agua fría intentando aliviar la irritación, pero las lágrimas no dejan de salir haciéndolo más difícil.

Es cierto que no me arrepiento de lo que le dije a mi padre y sé que debí hacerlo hace mucho tiempo, pero me dolió mucho verlo quebrado, tan triste y arrepentido, pues a pesar de lo mucho que me ha lastimado su actitud, lo sigo amando.

Yo no he podido olvidar todo el amor que en un tiempo me brindó y nunca olvidaré, que antes yo fui su princesa a la que él adoraba con el alma y él era el padre al que yo idolatraba.

Cuando por fin logro tranquilizarme, regreso a la sala de espera y me detengo en seco al ver a Sebastian platicando con Allison.

Sebastian al verme viene hacia a mí, dejando a Allison con la palabra en la boca y yo voy hacia él, y sin poder contener mis deseos de refugiarme en sus brazos, me abrazo a él de forma desesperada, sorprendiéndolo con mi actitud tan necesitada, pero así es, necesito que me brinde la seguridad de su abrazo.

—¿Estás bien? —pregunta preocupado y alzando mi barbilla para verme a los ojos.

—Estoy bien, solo muy preocupada —le respondo controlando las intensas ganas de ponerme a llorar de nuevo—. ¿Qué hace ella aquí? —le pregunto refiriéndome a Allison.

—Vinieron porque le pedí a Edward que viniera a donar sangre, él está en el laboratorio —me explica preocupado.

—¿Y ella donará? —lo cuestiono con sarcasmo.

—No, ella dice que no puede, porque... —duda antes de continuar—, tú sabes, está en sus días difíciles —la excusa y yo lo miro impasible. De verdad que no puedo creer que Sebastian crea tan fácilmente en las mentiras de Allison.

—Entonces no entiendo que hace aquí —comento molesta. Sebastian está por debatir, pero nos vemos interrumpidos.

—¿Mila Davis? —pregunta un joven médico con expediente en mano—. Yo me acerco a él, haciéndole saber que soy yo—. Tus análisis de sangre confirman la compatibilidad con la de tu hermana, pero también que tienes una leve anemia, además tu peso es bajo lo que te imposibilita para donar. Tus condiciones no son aptas para hacerlo y podría ser riesgoso  —me informa el doctor y yo lo miro mortificada.

—¿Qué hay de mí? —pregunta Sebastian.

—Tú no eres compatible —le informa con pesar.

—No importa que sea riesgoso, aun así quiero donar —expongo ansiosa y el médico me mira con desaprobación.

—Mila, no desesperes, ya verás que encontraremos otros donadores... —me dice Sebastian tomando mis manos entre las suyas e intentando hacerme desistir.

Mila, Mi Pequeña Bailarina  #PNovelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora