Cambios relevantes

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No había ruido en las calles, era de madrugada. Me levanté para bañarme, vestirme, dejar comida a Confi, y tomar el móvil para pedirle un favor a Saulo.

"Tío, necesito ir a Madrid, ¿Podrías prestarme tu auto?"

Me senté en mi cama mientras rasgaba mi rostro, William se había ido a dormir en su habitación, muy a nuestro pesar, porque incluso yo sé que ambos queríamos dormir juntos. Lo sentí al verlo a los ojos y decir "Buenas noches", tomar caminos separados y darnos la vuelta era extraño. O quizá incorrecto. Aunque suene irónico decir esto, sé que no somos "nada"  aun, ¿Podemos serlo ya, no? Es decir, puedo besarlo... y sentirlo tan familiar, que es una diferencia notoria entre lo que es un amigo, y claramente, la persona que me gusta.

"Sí tío, ¿lo necesitas ahora?"

Leí. Le contesté un "Sí", para salir de mi habitación y echar un ojo a la de William. Estaba dormido dando la espalda, sin camisa y abrazando una almohada, su guitarra estaba a la merced de su cama, era cierto que lo escuché tocar ayer en la noche, y eso fue mi principal método para dormir. Tiene un talento, que cautiva.

Fui a la cocina para acariciar a Confi que yacía dormida en las baldosas, abrió sus ojitos de forma en la que apenas me veía, deposité un beso en su cabeza y sonriendo, me puse de pie para sentarme en el sillón, mirando a la nada y esperando a que Saulo llegara.

-Hey – Escuché de repente a William salir de su habitación y rasgarse su rostro, al parecer, se había puesto una camisa de tirantes, para cubrir su desnudez. - ¿Te vas ahora?

-Sí, quiero pasar el día con ella, si es que puedo... - Se sentó a mi lado recostando su rostro en el respaldo del sillón, lo miré de reojo para seguir escuchándolo.

-¿Ya comiste algo? – Me preguntó, pero yo negué con un sonidito. – Deberías, el camino a Madrid son por lo menos... ¿Seis horas en auto? Creo que sí... Te puede hacer mal no...

-Estoy bien Guille – Volteó a verme inmediatamente, una sonrisa que apenas se veía fue expuesta en su rostro, pero lo apartó en cuanto sintió mi mirada posada en ella.

-Vale, yo solo decía qué... - Posó sus manos en su rostro para estirarse, y al dejarlas caer, una de ellas se posó encima de la mía. – Qué... - Pero incluso él se sonrojaba en cosas tan sencillas como esa, y qué decir de mí. Hace mucho que no sentía mi corazón latir tan fuerte, por algo bueno. – Perdón – La alejó rápidamente a lo que pude cogerla y sujetarla con timidez.

-¿Por qué pides perdón? – Él sonrió y comenzó a reírse, no importa que sea de nervios, me daba ternura y ciertamente, se veía adorable con sus mejillas rojas. Esta era la primera vez en la que veía a Guillermo reír y juro que era un ángel sonriendo, un ángel en un paraíso con espinas.

-Esto es demasiado irónico madre mía, en este mismo sillón te aventé una lata de cerveza la primera semana que comenzamos a vivir juntos ¿Recuerdas? – Se reía de una forma contagiosa, sus mejillas se sonrojaban, su dentadura perfecta se hacía notar, tenía pequeños pozos dibujados en su rostro. Mi corazón me golpeó tan fuerte, que me hizo sucumbir a decir:

-Qué hermosa risa tienes Guillermo – Y su silenció se propago por todo el salón. Se puso de pie para cambiarme el tema y decir que tenía hambre, proponerme preparar desayuno y cosas que de repente no tenían nada que ver. Me puse de pie atrás de él, volteó a verme decidido, ese era el Guillermo que yo  conocía.

-Odio ponerme de repente como un nenica – Dijo. – Te recuerdo que a mí no me debería de dar pena absolutamente nada – Me tomó del rostro para besarme y yo cogerlo de la cintura, para acercarlo a mí y depositar, después de habernos separado, un beso en su mejilla. Recostó su rostro en mi hombro y se quedó ahí un momento, automáticamente una sonrisa salió en mi rostro.

FISURASDonde viven las historias. Descúbrelo ahora