Tentador

275 33 5
                                    

Había pasado ya una semana desde que ese bastardo me dio una paliza, él y sus cuatro amigos más. Ahora ya me sentía mejor, podía moverme sin problema y desde luego, podría seguir continuando el tatuaje.

-Hey – Pero había algo que había comenzando a suceder. - ¿Qué te sucede?

-¿Qué quieres ahora? - Samuel y yo nos habíamos "entendido"  mejor, o por así decirlo, las peleas eran ahora cinco por semana, ya no eran todos los días.

-Estás caminando por la casa como un imbécil, eso me pone de nervios - Contestó él mientras sujetaba su móvil y no apartaba la vista de su pantalla. Me detuve un momento, había estado pensando en el proyecto que tenía que hacer para la profesora Esme, y tengo que decir, que encontrar modelo no es tan fácil como lo hace lucir Hernán.

-Ni siquiera estás mirando, deja de joder - Susurré sentándome en el sillón por fin, observé a Samuel perdido en la nada, realmente no le ponía atención, solamente me limitaba a ver a Confi dormir en sus piernas, la perra que curiosamente, se había ganado mi total afecto desde el primer día que la conocí.

-¿Qué tienes? - Preguntó al percatarse de mi mirada encima suya. - Me das miedo cuando me miras mucho tiempo sin insultarme

-Quiero continuar el tatuaje – Dije sin pensarlo, él me miró alzando los ojos de su pantalla, suspiró y negó con la cabeza. - ¿Por qué?

-Porque estás débil aún - Me puse de pie, cabreado, le quite el móvil de las manos y mirándolo a los ojos, repuse.

-¿Tú qué vas a saber de mí? - Él solo suspiró con el gesto más paciente que pudo encontrar. - Te digo que quiero continuar el tatuaje, es sábado, y según yo, tu horario hoy es de cuatro a nueve de la noche, no me vaciles

-No te vacilo – Dijo quitándome el móvil y poniéndose de pie. - Pero como tú digas y mandes, señor William – Me apartó de su camino y caminó hacía su habitación, cogió las llaves del local mientras que yo cogía mi suéter y mis gafas. Gafas de sol a las seis de la tarde, suéter con clima agradable, eran las desventajas de ser famoso y tener que esconderse.

-Venga – Lo escuché decir abriendo la puerta, lo miré enseguida, me encontraba recostado en la pared de la sala esperándolo. Me dispuse a ir con él, detrás, claro.

No dijimos nada durante todo el camino, sentíamos que no había que comentarnos nada, no había tema de conversación que nos gustara, y realmente aunque nos gustara algo a ambos, terminaríamos por pelear por alguna absurda razón. Así que prefiero ahorrar saliva.

Llegamos a su local y abrió. Al entrar prendió el ventilador y me dio paso libre al cubículo, cerró la puerta con seguro mientras yo me sentaba en la silla de dentista, quitándome el suéter y las gafas.

-Vale – Se lavó las manos en un mini-baño que había escondido al fondo derecho del cubículo, se coloco los guantes y prendió una maquina que estaba al lado mío, la aguja con la que tatuaba. Se sentó a mi lado, me observó por un momento, notaba como estaba de alguna forma nervioso, ¿Pero por qué ponía ese gesto tan... desesperante?

-Deja de mirar y comienza a trabajar - Él no perdió más el tiempo y pinchó la aguja en mi piel.

Dolía, tengo que admitirlo, pero mi orgullo me limitaba a solo poder quedarme callado y apartar la mirada por completo de su rostro, tenía que soportar esa sensación de una aguja rozando tu piel, abriendo ligeras grietas en ella, incluso podría decir que sentía la sangre escurrir de mis brazos, pero no era así.

En un momento de debilidad, pues ya había pasado media hora de tormento silencioso, se me escapó lo que quizá fue un chillido confundido con un gemido, y el que haya intentado tomar la camisa de Samuel como medio de desquite, tampoco ayudo mucho.

FISURASDonde viven las historias. Descúbrelo ahora