Irresistible

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Me pareció una tarde como cualquier otra, las ganas por hacer todo lo que debíamos inundaba mis pensamientos como un torbellino andante. Jessie había estado contactando a Daniel por la mañana para una entrevista, Michelle y Mauricio por su parte habían decidido tomarse el día libre y disfrutar el tiempo de caridad que tenían en Los Ángeles.

Y yo, por mi parte, tenía una comida con Frank, mi ex novio de la preparatoria. Era increíble la plática tan común y familiar que habíamos tenido fuera de su casa temporal, como si el tiempo hubiera vuelto atrás y la confianza que teníamos hubiera vuelto intocable. Me había enterado de muchas cosas y entre ellas, el hecho de que su carrera como actor había despegado más de lo que cualquier amateur tendría. Participaba en la filmación de una película independiente y a su vez, como modelo en diferentes revistas. ¡Y pensar que solo nos habíamos dejado de ver unos años! El tiempo realmente cambiaba a las personas. Sin embargo, su encanto y amabilidad seguían ahí, parecía ser el mismo de siempre, más seguro –y cuadrado, indudablemente- pero también más encantador.

Me encontraba sentado en la cafetería, esperando por él. Miraba mi teléfono y los mensajes de Samuel, con nada nuevo que contar. La plática se había comenzado a torcer un poco al notar su frialdad al responder los últimos mensajes, y de cierta forma lo entendía, no le gustaba que tuviera una comida con un ex novio mío, y aunque no lo dijera, sabía que estaba celoso, pero llegados a este punto, estoy seguro de la persona con la cual quiero estar el resto de mi vida.

Tomé mi café latte, manchando mi boca por la espuma y quemando levemente mi lengua. Suspiré para reír un poco, ¿sigo siendo un niño? Pensé. Entonces, de un momento a otro, una pequeña caja se posó en el centro de la mesa, y ahora, ante mí, se encontraba el susodicho ex novio. Con un traje negro que le sentaba más bien como ropa casual, me sonrió dejando una risa algo ruidosa a su paso.

—Hola tío —Dijo tomando asiento—. Frank, hola —Le contesté sonriente, para él mirar la caja frente a nosotros y susurrar—. Ábrelo

Lo observé dubitativo, pero confiado en que sería algo grato de ver. Destapé la caja para mirar un reloj bastante caro y hermoso dentro de ella. Rápidamente negué el rostro para mirarlo y reír nervioso—. ¿Y esto por qué? —Pregunté sacando el reloj con miedo de no romperlo—. Nos volvemos a ver después de muchísimo tiempo, ¿no crees que es normal regalar algo?

No pude apartar mi mirada de aquellas piedras negras incrustadas en el reloj hasta que sentí una mano tomar mi brazo y rápidamente girar mi vista hacia Frank. Él, quien había tomado también el reloj, se tomó la molestia de ponerlo en mi muñeca. Sus manos, extrañamente, estaban demasiado frías—. ¿Por qué estás tan frío? —Reí, para mirarme la muñeca—. Gracias, está hermoso

—Porque soy un vampiro —Contestó, para yo reír y negar con la cabeza—. Gilipollas —Solté, para él reír en contestación.

La tarde se vio envuelta en una conversación que duró horas. De proyectos, de todo lo que nos había pasado en este tiempo, y obviamente, de Samuel.

—Parece que te enamoraste de nuevo, eso es increíble —Dijo para sorber un poco de su jugo de naranja—. Yo... creo que estaré soltero toda la vida —Saqué una risita—. ¿Por qué lo dices?

—Porque no tengo suerte en el amor, a decir verdad... —Suspiró para reír—. Yo odio al amor, creo... —Ladeé mi cabeza para suspirar y de cierta forma, asumir y sentir cierta culpa—. ¿Por qué? —Y aun así, me atreví a preguntar—. Tú me lo enseñaste —Sonrió fríamente para beber de su jugo y dejarlo delicadamente en la mesa, pude escuchar el sonido del cristal crispar en mis oídos, daba miedo—. El amor termina porque no hay más interés, así que... ¿tengo que siempre despertar el interés de alguien para que me quiera? No, no es de mi agrado ser una pieza que tenga que pulirse para que sigan jugando con ella, el interés por sueños, ambiciones, esas cosas son tangibles al final del día, sin embargo el amor... —Me fulminó con la mirada—. No

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