Seguir el ritmo

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—Guillermo, ¿estás listo?

—Sí, podría decirse.

He estado impaciente todo este tiempo. Desde mi llegada a Barcelona, exceptuando el primer día, no ha pasado ningún momento donde no haya leído y re leído artículos de la prensa para juntar evidencia y desmentirlo todo. Al final, la gente famosa siempre termina siendo víctima de las circunstancias.

¿O será para todos? Samuel no es famoso en lo absoluto y, sin embargo, ha sido victima de todo esto.

Me irrita. Tener que arruinarle la vida a alguien inocente solo porque las bocas tienden a abrirse sin siquiera pensarlo. Maldita sea.

Ha pasado un mes y medio desde entonces. Y hoy es el día. He reunido a la prensa a través de mis redes sociales, y pese a que Jessie sea un amor, le he pedido que se mantenga la margen de todo esto. De igual manera con Daniel y los demás, necesito reunir coraje yo, y hablar yo en frente de todos. Necesito corregir todo esto.

Y darle fin de una vez por todas.

Es tarde, no han dado las ocho de la noche, pero en las ventanas puedes ver las estrellas posarse en el cielo. Ha oscurecido más temprano a lo usual—. Las estrellas... —Lo escuché susurrar, a la razón por la cual estoy aquí—. Brillan muchísimo...

—Tengo miedo —Logré decir, quitándome de encima orgullo y muchas otras cosas, pude decirlo por fin—. Tengo mucho miedo.

—Sé que lo tienes —Susurró, agachándose frente a mí, mirándome tiernamente a los ojos—. Y yo también lo tengo, por eso estoy aquí contigo.

—¿Para que seamos dos miedosos frente a las cámaras?

—Para que seamos dos miedosos frente a las cámaras, sí —Sonrió—. Para que no estemos solos.

Asentí y suspiré. Habíamos hablado infinidad de veces que Samuel no tenía que intervenir en esta rodada de prensa, que podría quedarse en el hotel mientras yo terminaba con todo esto aquí en Madrid, pero insistió e insistió, y al final lo consiguió.

—Listo... —Entró Jessie a la sala, sudando y con un gesto de preocupación bastante notorio—. ¿Estás seguro de que podrás con esto...? Son muchísimos.

—Podremos —Interrumpió Samuel—. Yo voy también.

—¡¿Qué?! ¿En serio? —Asintió, para Jessie mirarme y yo asentir, como si supiera lo que estaba pensando, lo que quería decirme—. Yo le dije que no debía y que sería problemático, pero insistió tanto que no pude negarme.

—Vaya... si es así... —Tomó su nuca con una mano y suspiró—. Solo... recuerden no insultar a nadie y... ya saben...

—Sí, sí —Asintió sonriendo Samuel—. No soy agresivo, si eso es lo que tienes en mente.

—Yo soy el agresivo —Admití—. De alguna manera, Samuel está aquí para ponerme un límite, supongo...

—¿Limite? —Preguntó—. Estoy aquí para limpiar mi nombre y el tuyo, hoy más que nunca creo que no te pondré límites.

—Ah, perfecto —Rio Jessie, para ambos mirarlo—. Son tal para cual, ¿qué se le va a hacer?

Los tres dimos una pequeña risita, conteniendo los nervios—. Es hora —Dijo después de unos segundos.

—Vamos entonces —Sonreí, para tomar de la mano a Samuel y él, con una pequeña sonrisa, dar marcha al escenario.

Al entrar nos cegamos con miles de flashes, nos quedamos sordos por los gritos, parecía un concierto en nuestros tiempos mozos.

FISURASDonde viven las historias. Descúbrelo ahora