Luces frías - Segunda temporada

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Estas calles están fuera, lejos, y ni siquiera sé de donde he venido, ¿cuál es el camino de regreso? No recuerdo. El cigarro entre mis manos me dice que el tiempo de salida ha aumentado, ¿por qué salía? ¿Con quién salía? Qué pesadilla.

Estas calles cerradas sin vista a nada –nada que me interese, que me llene- porque todo lo que ves son cámaras, personas, sonrisas –forzadas o no, son hermosas-. No ves nada más que solo un triste chasquido de lengua y parpadeos en el mejor ángulo, e intento encontrar una razón.

¿Por qué esto ya no se siente como antes?

Estoy en plena cúspide, la mitad del tour con todos los demás. Aunque he vuelto a mi tono natural de cabello y tengo más tatuajes, esa no es la razón por la que creo no ser el mismo, o una versión renovada de mí. William o Guillermo, ambos se han vuelto diferentes en tantos aspectos que no sé quién es quién, y quién es yo, o quién decide ser yo.

Cuando estoy en frente de las cámaras, en frente de un escenario, con la gente gritando, con la gente aplaudiendo, con la gente llorando, puedo decirlo con miedo, pero me parece que ese es William.

—Se hace tarde... —El sol se ponía ya, y con esto la hora de entrada de Samuel al trabajo –además de ser tatuado, claramente- empezaba a trabajar en un restaurante nocturno, recomendado por la profesora Esme, había entrado muy fácil en el puesto de coctelero.

Habíamos mantenido el contacto por el móvil, llamadas y mensajes venían y se enviaban diariamente, aunque el tiempo de ambos se limitara, buscábamos siempre una manera de decirnos "Buenos días, buenas tardes, buenas noches", y eso era suficiente. Con las entrevistas y los viajes no me he podido adaptar a ningún lugar, simplemente sigo el camino ciegamente con una venda en los ojos, observo el sol ponerse una y otra vez en Dubai, en Hawaii, en Japón. No me importa donde sea, simplemente veo el sol ponerse y siento el viento pasar. Es lo único certero que no me ha abandonado.

—William —Escuché a Daniel. Di la media vuelta para ver su rostro sonriente y sus ojeras cargadas de mucho dolor físico y mental, él había sido mi saco de boxeo cuando mi depresión me atacaba otra vez—. Vamos, tenemos que bañarnos e irnos.

—Vale —Tiré el cigarrillo en un bote de basura una vez apagado y devorado. Caminé hacia él mientras él incorporaba su caminata hacia la "casa" que usábamos temporalmente. Una casa proporcionada por la disquera y que cambiaba cada vez que nos movíamos por el tour. O sea, semanalmente.

Me dio dos palmadas en la espalda mientras me sonreía. Y después de eso, acababa lo único dulce en mi vida por esos tiempos.

***

Llegamos al edificio central de aquella ciudad, Hollywood, donde nos harían un entrevista grupal y firmaríamos autógrafos para nuestros fans, algo bastante normal en estos tiempos.

Michelle lucía más radiante a lo usual, al igual que Mauricio. ¿Sexo pre entrevista? Probablemente, y parecía ser la respuesta.

Daniel y yo caminábamos detrás de ellos al entrar al edificio y saludar a los paparazis que se encontraban ahí, muchos de ellos gritando preguntas y tomándonos fotos a dos centímetros del rostro, pero lo habíamos aprendido a manejar gracias a Trevor, nuestro guardaespaldas.

—Los espero aquí afuera —Nos dijo mientras sonreía, nosotros asentimos y entramos tranquilos al edificio.

Trevor era proveniente de Estados Unidos, Chicago, sin embargo hablaba bastante bien el español. Él se había convertido en uno de mis amigos más cercanos durante el tour, ya que, sorpresivamente, teníamos un carácter bastante similar.

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