Buenos hábitos

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—No quería decirlo de esta manera, pero es mejor que bajes rápido, Michelle está en la puerta esperándote

—¿Michelle...? ¿Mi amiga Michelle?

—Sí

—¿Cómo sabes eso?

—Porque acaba de tocar la puerta y yo he ido a ver, ¡solo ve y cállate tío! Después tendrás tiempo de preguntar "por qué".

***

Y sí, todo había ocurrido tan rápido que no tuve tiempo para ordenar las cosas en mi cabeza, tanto su rostro lloroso como sus puños fuertemente apretados. Ella nunca era así, siempre mantenía la cabeza calma mientras los demás nos desquiciábamos el uno con el otro, por eso siempre la admirábamos, su sabia y eterna paciencia siempre había destacado, pero ahora era diferente. Era como si su voz se hubiera ahogado y no pudiera hablar, su mirada se veía fija y fulminante, definitivamente, habían tocado una fibra sensible en ella por fin.

Salí de casa, con móvil en los pantalones, con dinero en el bolsillo, había ido con ella hasta la esquina, no decía nada, solo se limitaba a correr a mi lado.

—Ven —Dijo ella, sosteniendo mi brazo y jalándome hacia un automóvil que estaba ahí—. Sube en el de copiloto

—¿Es tuyo? —Ella asintió mientras entraba en el auto. Sé que he visto a muchas personas enojadas, pero ver a Michelle de este modo realmente es aterrador.

El camino hacia el hotel era larguísimo y tenso, sus labios estaban sellados por su incontenible enojo, quería saber qué tipo de fotos eran las que se habían "filtrado" de ellos dos, y también quería saber el por qué. ¿Por qué nos atacaban tanto? ¿Por qué solo a nosotros? ¿Acaso no tenemos derecho de ser famosos, solo por ser jóvenes? ¿Habrá una regla no escrita que dicte que por ser jóvenes, somos estúpidos? ¿Será general...?

La observé de reojo, su rostro se veía más calmado ahora, podía respirar más lento, ya no fruncía tanto el ceño como lo hacía antes, parecía que ya podía hablar con ella un poco respecto a lo que pasó.

—¿Y...?

—Todas las preguntas las contestaré en el hotel —Interrumpió, cogiendo el volante con las dos manos—. Por ahora, quiero pensar en que todo estará bien, así que no me martirices

—Seguro.... —Sumamente aterrador, una mujer fuera de sus cabales, era lo peor.

Vi de lejos el letrero de un hotel bastante barato, era un hotel de paso, por lo tanto, el cuarto sería de lo más normal del mundo, como el departamento que tenía con Samuel. Entramos y aparcamos en una habitación bastante alejada de todo. Michelle bajó y yo también, caminamos un poco y entramos en una puerta café algo vieja, dañada y ligeramente incolora ya.

—Qué bueno que ya llegaron —Dijo Daniel poniéndose de pie, de otra puerta salió Mauricio, a lo que Michelle se quedó completamente inmóvil.

—Tú —Susurró Mauricio corriendo hacia ella, abrazándola y juntado su cabeza hacia su hombro, las lágrimas de Michelle comenzaron a salir en cuanto su novio la sostuvo en brazos. Entendía bastante bien ese sentimiento.

—Bien —Dije sentándome al lado de Daniel, observado la escena—. Cuéntenme qué pasó con exactitud, no tengo mucha idea

—Vale —Contestó Mau, apartándose de su chica y llevándose sus lágrimas, quitándolas con las yemas de sus dedos—. Lo que pasó fue que... —Se sentó en la cama y Michelle fue a su lado—. Hace unos días le dije a Michelle que iría a verla a su universidad, esa conversación fue en privado —Recalcó—. En privado, ¿entiendes lo que es eso? De alguna manera extraña, alguien lo supo, así que cuando llegué a su universidad no tardó mucho tiempo para que una camioneta de prensa nos acosara en la entrada del convenio

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