La bella y la bestia

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Dicen que el amor puede llegar a salvar al mundo. ¿Será eso verdad? Me lo he preguntado muchas veces, mientras escribo canciones me doy cuenta de ello, la mayoría habla del amor como una razón de vivir absoluta, llega a ser tan glorioso, como una meta inalcanzable. Sin embargo no es por eso que hago esta pregunta, me he dado cuenta, a lo largo de mi estadía en Barcelona, que incluso los más estúpidos podemos enamorarnos de diferentes personas y tener el mismo efecto.

—¡Come los vegetales también, Lorena! —Cambiamos, por el bien de los demás.

—¡Dios, Lore! —Me doy cuenta en la forma en la que sonríe Amet, tiene una cara relajada únicamente cuando está con Esme.

—¡Pero...! ¡¿No se dan cuenta que saben horribles?! —Si me pongo a pensar, yo soy exactamente igual que él, un idiota que se enamoró y fue canalizado. Es tan divertido pensar que las cosas que verdaderamente nos cambian son aquellas que pasan en nuestro interior.

—¡Lorena!

—¡E-está bien! Mira —Comentó Samuel, dándole la zanahoria de la comida china con un poco de aderezo—. Puedes buscar maneras en las que puedas comerlas, probablemente ahora sepa mejor, confía en mí, ¿vale?

—E-eh... —Lorena parecía fascinada con Samuel, de alguna manera... estoy en conflicto en esta situación.

—Vale... —Tomó el tenedor y comió absolutamente todas las verduras. El rostro humillado de Amet era increíble, pero el rostro iluminado de mi profesora lo era aún más.

—Samuel, tienes un don para hacer que los corazones agresivos se canalicen —Dijo Amet despreocupado, mientras servía un poco de refresco en los vasos de sus dos mujeres—. ¿Quién te lo enseñó?

—No quiero escuchar eso de ti... —Contestó observándolo fijamente, con cierto odio—. Pero —Siguió de cualquier manera—. Quizá tengas razón, siempre tengo amigos complicados, y ahora tengo un novio complicado... —Me volteó a ver para yo darle un ligero golpe en su cabeza, Esme comenzó a reír mientras nos observaba, parecía realmente gozar vernos juntos.

—¿Quién lo diría? —Interrumpió nuestra pequeña riña—. Hace un buen tiempo los dos me dijeron que tenían a un compañero de piso que no podían soportar, que porque era "él", que era un tonto por naturaleza, que tenía cara de asesino serial, dios... —Amet no evitó sacar una risa molesta—. Ahora están demasiado enamorados, ¿no te lo dije, Will? —Preguntó ella observándome, mientras sonreía ampliamente—. Que nadie era malo porque sí

—Sí, tenía razón, prof...

—¡Claro que tenía razón! —Controló sus palabras, podía notarlo fácilmente, no quería insultarme frente a su "hija" —. Es una profesora después de todo, tarado

—¡Cállate! —Grité un poco irritado, pero sin dejar de sonreír—. Bueno, en fin, eso ya no importa

—Tía, tengo sueño... —Comentó Lorena, buscando los brazos de la profesora Esme.

—¿Te llevo, Lore? —Le preguntó Amet y ella asintió—. Venga, ven

La niña subió a los brazos de Amet y ambos fueron caminando hacia la habitación de Samuel. (No por nada, sino porque era la menos desordenada). Cuando nos quedamos los tres en la mesa, me percaté de que la mirada de la profesora estaba baja, como si estuviera preocupada por algo.

—¿Sucede algo? —Pregunté con cierto tacto—. ¿Profe?

—¡Ah! —Volvió en sí—. Lo que pasa es que no he terminado un trabajo y es en dos días la fecha de entrega, tengo que arreglar un evento que se llevará a cabo en la escuela y...

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